Rafael Nadal acaba de ganar su décima segunda ensaladera en Roland Garros. Esta extraordinaria hazaña deportiva no tiene precedentes. La proeza a la que nos tiene acostumbrados este ciudadano y deportista ejemplar, ofrece suficientes elementos para destacar algunas enseñanzas sobre la trayectoria deportiva de Nadal: la resistencia: los largos partidos, de hasta cinco horas, los largos puntos, no han impedido que Nadal diera por perdido ningún partido, siendo memorables las remontadas interminables en los que su capacidad de resistencia parecía ser su mejor baza; la visualización: su capacidad para preparar los partidos visualizando cada golpe, cada punto; la estrategia: su capacidad de saber «leer» la marcha de cada partido, saber interpretar la evolución de los puntos y juegos, e incluso sets, para de esa forma preparar el momento de atacar a su contrincante; el afán de superación: su fortaleza residía en el entrenamiento intenso y constante, esa capacidad de seguir adelante, de superar las dificultades, las lesiones, las derrotas, etc.

Todas estas habilidades se pueden resumir en una: la fuerza de la motivación. Rafael Nadal es un claro ejemplo de cómo la motivación moviliza a las personas hacia metas y retos desafiantes. Siguiendo a José Antonio Marina, creo que la clave se encuentra en el tercero de los ingredientes de lo que Marina llama la «fuerza de la motivación»: Motivación = deseo + valor del objetivo + facilitadores de la tarea.

Los facilitadores de la tarea son la clave para el éxito de Nadal, que consiste en desarrollar la motivación para mantener la tarea, la actividad que le está permitiendo seguir a pesar de su edad en los puestos Top de la ATP. Son los siguientes:

1. La actitud de Nadal ante la derrota y el esfuerzo necesario para afrontar cada partido. Ante las dificultades, siempre buena cara, siempre aprender de los errores, siempre aprender del jugador que le ha ganado.

2. La creencia de la capacidad de mejorar: He escuchado muchas veces a Nadal hablar, tanto cuando perdía como cuando ganaba, de la importancia de desarrollar la capacidad de aprender. La idea de aprender de los propios errores es un proceso fundamental para el desarrollo personal. Los errores no se convierten el fracasos, sino en oportunidades de aprendizaje y mejora.

3. La perseverancia o el mantenimiento del esfuerzo es clave para entender el éxito de Nadal. Su entrenamiento intenso y bien orientado, la tenacidad y constancia son determinantes, sin ellas la motivación pierde fuerza y se debilita.

La motivación es la mejor señal de identidad de un fenómeno del deporte español. Rafael Nadal o la fuerza de la motivación, un ejemplo para una generación de jóvenes que pueden ver en este deportista la mejor forma de representar valores como el esfuerzo, el afán de superación, la tenacidad y la constancia. Todo un ejemplo de pundonor y de superación ante las lesiones, ejemplo de deportividad y elegancia ante los contrincantes, pero a la vez de competitividad. Todo ello hace de esta nueva hazaña de Nadal una sublime arenga del ejemplo.

* Profesor asociado Universidad de Córdoba