Ocurre en ocasiones que a los equipos de fútbol más en forma les zurran la badana en el momento más crítico. Le ha sucedido al Barcelona el pasado año y este también; la Roma y el Liverpool lo vapulearon contra todo pronóstico y echaron de la Champion. De la misma manera, Pedro Sánchez, el político que lo ganó todo el último año, fue noqueado en el Congreso de los diputados el pasado jueves 25 de julio cuando se disponía a superar la investidura para la Presidencia del Gobierno.

La suya no fue una derrota peleada, y ni siquiera perdió con dignidad: fue aplastado. Su cara era la imagen morena más acabada del desconcierto con mayúscula y ejemplo del estupor; se adivinaban espasmos de vida gracias al movimiento involuntario y maquinal de la mandíbula. Parecía preguntarse ¿Qué es esto? ¿Qué nos ha sucedido? A Messi, Pique y tantos culés les sucedió algo parecido: creían estar en otro hemisferio o fuera de su consciencia.

¿Por qué se dan adversidades tan inesperadas? Explicarlo es el afán de todo investigador y algunos llegan a alcanzar el Nobel porque precisaron, tras ecuaciones muy complejas, que es posible que haya retenciones de tráfico si circulan demasiados automóviles por la misma vía y al mismo tiempo. Y si, el atasco de la izquierda fue fenomenal. Un despropósito y una vergüenza. ¿Se puede apoyar la investidura a un candidato si te da la gestión de las políticas activas de empleo? Pues hasta tamaño dislate llego a proponerse. ¿Era imaginable que Pablo Iglesias, el azote de la casta, hablara en repetidas ocasiones en el pleno del Congreso sin citar nunca palabras como derecha o PP o fascista? ¿Puede un candidato a la Presidencia del Gobierno presentarse a la cita de gala en harapos? ¿Cuánto tiempo precisan socialistas y podemitas para entenderse en dos o tres materias básicas? ¿ Un mes? ¿Dos años? ¿La eternidad?

Ahora presidente y vicepresidenta en funciones afirman que toca explorar otras situaciones. ¿Pero es que no lo hicieron ya semanas atrás? ¿Qué fue entonces aquello de insistir hasta el estrago en que Ciudadanos, e incluso el PP, debían de abstenerse? Sánchez tiene menos margen que los cuadros de Pablo Palazuelo, o sea, ninguno. O acuerda con UP y otras fuerzas políticas nacionalistas minoritarias, o está abocado a nuevas elecciones para perderlas, pues no tiene otro combustible que el que le ceda la candileja que alumbra a Pablo Iglesias. Uno u otro sucumbirán si no acuerdan. Y en el caso improbable de que la derecha le abra una escotilla por la que escapar de la encerrona, su futuro sería aún más azaroso. Un PSOE caminando hoy junto a la derecha es un partido muerto. ¿Es imposible un acuerdo entre los dos partidos estatales de la izquierda? No; sin ir muy lejos, gran parte de los humanos para salir a flote utilizan de ordinario herramientas como la paciencia, la generosidad y el talento. ¿Por qué no ellos? Engolfados en las mieles del ego, el poder y el triunfo del relato, a muchos políticos (y otros tantos que no lo son) se les olvida que sin la ayuda del otro no son nadie.

* Periodista