Los apologetas de los refundadores del nacionalismo español de la centuria pasada aducen, en descargo de su talante agresivo y pugnaz, que este vino dictado por la réplica al espíritu fustigador e iconoclasta de sus antagonistas. Muy distantes estas ligeras acotaciones periodísticas de toda posición arbitral y lejos de la omnisciencia de muchos de sus tratadistas, cabe sí en este punto afirmar que, cuando menos, la fineza se ausentó a las veces de la elaboración del discurso doctrinal prevalente en el nacionalismo español del novecientos. La pérdida del peso de su componente religioso a consecuencia de la extensión del proceso secularizador y la consiguiente superactuación del factor laico no entrañaron, empero, el predominio civil en su expresión, ya que fue el Ejército --y, más aun si cabe, la endogámica Armada-- el que cobró, sin particular dificultad, singular fuerza y protagonismo a la hora de liderar el nacionalismo «españolista». El más llamativo de los efectos del fenómeno fue, sin duda, la vasta y profunda socialización del credo nacionalista, a socaire de la introducción del servicio militar obligatorio y de la formación, elemental, pero de enorme poder en la modulación de la mentalidad de las masas, impartida en los cuarteles, el lugar más conocido por la población masculina de la España del siglo XX.

Llegada la hora de las conclusiones de una incursión al galope por tema hoy imantador como pocos en la vida española actual, cabría decir que el nacionalismo hispano no pasó de ser una ideología de urgencia para sostener la convivencia social y el despliegue de la acción del Estado en todas sus manifestaciones. Desaparecido el Antiguo Régimen con su plurisecular simbología e instituciones y en el contexto occidental de un retorno a los orígenes como extraña catapulta hacia el progreso «ilimitado», el sentimiento de pertenencia e identidad se vehiculó ahora a través de un nacionalismo que, en pos de consensos para articular un país eminentemente plural, incurrió también un poco paradójicamente, en cierto reduccionismo para fomentar un patriotismo de ámbito generalizador. Al diversificarse en todas las dimensiones la colectividad peninsular e insular, se hizo insoslayable la reformulación del originario proyecto de construcción nacional, empresa, no obstante, menos favorecida por la fortuna que su versión primitiva.

* Catedrático