Bueno, a efectos oficiales es un poco más vieja, ya que en el BOE nació un dos de enero de 1964 tras un D. del 12 /12/63. Pero puede permitírsele cierta coquetería. Y desde luego comenzar a funcionar en 1968 marca carácter. Como gusta decir Fernando Aramburu hay años de recordación inexcusable. Y al menos en la Gran y General Historia de la Universidad 1968 lo es. Tanto más para quienes llegábamos por primera vez a las aulas de la Complutense el mismo octubre en el que la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Córdoba --aún no se había creado la UCO- abría sus puertas y se convertía en el tercer centro de sus características existente en España, tras los de Madrid y Valencia.

A principios de ese mismo mes se producían los trágicos sucesos de la Plaza de las Tres Culturas en México, apenas recién evacuado de tropas el campus de la UNAM. Poco después las Olimpiadas nos dejaban la foto del legendario vuelo de Bob Beamon pulverizando el record de longitud y el icónico saludo Black Power de Tommy Smith y John Carlos sobre el podio de los 200 metros. Pero el año ya nos había deparado, previamente, las de la ofensiva del Tet en Vietnam y las de Bob Kennedy o Martir Luther King abatidos por las balas. También las del jefe de la Policia survietnamita disparando a la cabeza de un prisionero Vietcong o las de los estudiantes parisinos enfrentándose en mayo a golpe de adoquín a las CRS francesas, sin olvidar las de los tanques soviéticos aplastando la primavera de Praga o las del primer asesinato de ETA. Todo tenía inmediato reflejo en los campus universitarios del mundo. Y todos quedamos de alguna manera impregnados para siempre de las utopías de Marcuse, de la cultura hippie, de la música de Joan Báez, de los posters pop y del grito de la imaginación al poder.

Algo se le debió pegar a la hoy Etsiam de las inquietudes del momento ya que al decir de dos de sus más veteranos y prestigiosos profesores e investigadores, tampoco ajenos a la gestión y la política universitaria, como José Ignacio Cubero y Elías Fereres, la Escuela supuso para muchos la oportunidad de hacer algo nuevo que sirviera de revulsivo a los un tanto anquilosados rumbos de sus predecesoras. Ambos abrieron hace unos días en el Rectorado los actos conmemorativos del 50 aniversario entrevistándose mutuamente, rememorando el pasado y tratando de entrever el futuro utilizando para ello un formato desenfadado más no por ello exento de análisis, de emotividad o de crítica. Afortunadamente en los últimos tiempos las universidades han revolucionado su arsenal de recursos comunicativos para hacer sus actividades más próximas, accesibles y comprensibles a los ciudadanos. Y se nota.

De hecho parece que la icónica torre de la Escuela también desde un principio, y pese a las buenas intenciones de su diseño corbuseriano, llena del espíritu del 68, quiso desligarse de las de Marfil propias de la época y constituirse en todo un estímulo para sus moradores a la hora de concienciarlos sobre los problemas climáticos. Lástima que no en la manera que ellos hubieran deseado.

Anécdotas aparte, el papel jugado desde entonces por el centro, colaborando a potenciar el despegue y modernización de la agricultura andaluza es indiscutible. No en vano el sector agroalimentario ha sido uno de los motores de la actual recuperación económica. Y la Formación, investigación y continua adaptación a los tiempos y a los posibles requerimientos de un futuro cambio ambiental, siguen siendo hoy sus principales instrumentos a la hora de encarar un porvenir dinamizado por el CEIA3 y en el que los avances de agriculturas como las de los países africanos abren múltiples campos de actuación. La UCO reforzará así, como universidad agroalimentaria, su carácter de Alma Mater. (Para evitar posibles malentendidos de ánimas suspicaces, dados los tiempos lingüísticos que corren, conviene recordar que la traducción de alma es el adjetivo nutricia).

Así lo hicieron los profesores Cubero y Fereres, para alivio del bibliófilo montillano Manuel Ruiz Luque quien pudo contar al menos con dos profesores «de los que saben latín» a la hora de glosar los fondos de su colección relacionados con la Agronomía que, como primera actividad del cincuentenario, se muestran estos días en el Rectorado. Los hay con títulos impagables. Por ejemplo: Lecciones prácticas de agricultura y economía que da un padre a su hijo para que sea un buen labrador en cualquier país del mundo.... Ahí es nada. Eso sí, algo más abajo concreta que están «acomodadas a la situación local de España». No deja de ser todo un símbolo porque mutatis mutandis el espíritu es lo que importa.

Y habiendo nacido en el 68, no estaría de más recuperar (no entro en si genéticamente modificadas) aquellas viejas semillas de «seamos realistas, pidamos lo imposible». En cualquier caso feliz aniversario y (nunca mejor dicho) a seguir cosechando éxitos.

* Periodista