Desde 1995 la Unión Europea dedica un día especial a emitir música de Navidad. El domingo pasado la UER (Unión Europea de Radiodifusión) dedicó catorce horas en directo a composiciones navideñas de doce países europeos, entre ellos España. En esta época de fiestas y festines ruidosos, se agradece esa saludable costumbre para el espíritu Por eso me vienen a la memoria las palabras del director de orquesta, Michel Plasson: «No hay una forma de arte que te ubique tan cerca del cielo». Se refería al «poder místico de la música que ennoblece». Soy un oyente asiduo de Radio Clásica, de Radio Nacional de España, y ya desde las 10 de la mañana pude oír unos villancicos de Bulgaria. No seguí la programación tantas horas seguidas, pero sintonice varias veces al día y especialmente al atardecer, con música de Austria, Finlandia, Suecia y, por último, desde la catedral de Merseburgo ciudad del Este de Alemania. Música de órgano de Juan Sebastián Bach, estremecedora. «Sin música la vida sería un error», decía Nietzsche. Se refería el pensador alemán a la música clásica que tanto oía y no a la deformación que sufre la que apela a lo chabacano y ruidoso. Alguien ha dicho, es más fácil cambiar de religión que de malos hábitos musicales. Según el director de orquesta López Cobos, «España no ha tenido gobernantes que hayan sabido alimentar esa tradición (la música culta) y no creer que es solo un entretenimiento para las clases pudientes». Por fortuna, y gracias a la Euroradio, la tradición (tan denostada) de la excelente música navideña aún pervive.

* Periodista