La Orquesta Filarmónica de Viena y la excelente realización televisiva volvieron como todos los años a medio mundo. Un concierto que aparte de estimular nuestra sensibilidad nos sirve de vacuna para el resto del año frente a la epidemia de ruido disfrazado de música. Son ya muchas décadas extasiándome con la Filarmónica. El solo de clarinete, y tantos otros detalles, demuestran que esta orquesta apenas necesita director para ofrecer una obra de arte musical. Es música que ennoblece. Inicié en Alemania esta manera de recibir un nuevo año. Pero el 2020 tuvo dos novedades: la edad del director, Andris Nelsons, solo 41 años; y la primera vez que un coreógrafo español -José Carlos Martínez- realizó el habitual ballet que ilustra una de las piezas del concierto. Novedad, asimismo, el documental en honor de Beethoven que este año se cumple el 250 aniversario de su nacimiento. Valses, polcas, marchas; dirigidas y amenizadas por la personalidad de Nelsons, capaz incluso de exhibir su cualidad de trompetista. El Bello Danubio Azul de Johann Strauss hijo, que nunca falta, sonó con una cadencia exquisita ilustrado con unas imágenes bien elegidas por el realizador Michel Beyer. Su personalidad y profesionalidad brilló en las imágenes del ballet de José Carlos Martínez. La retrasmisión de la televisión pública austriaca ORF invita a exclamar: Qué invento tan maravilloso es la televisión cuando se utiliza con arte e inteligencia.

* Periodista