Me gustan los hombres masculinos, sin deconstruir. Atléticos, con espaldas anchas y brazos fuertes. Que tengan la voz grave y la mandíbula ancha. Que necesiten afeitarse todos los días o que tengan la barba bien cuidada. Que tengan vello en el pecho, siempre que no sea en exceso. Que les atraiga el riesgo y practicar algún deporte. Que transmitan seguridad en todos sus movimientos y sus gestos. Que sean valientes e independientes. Que huelan a hombre, limpio, pero a hombre. Que sepan lo que quieren y vayan a por ello, que decidan por ellos mismos. Sí, esos hombres que salen en los anuncios de Coca-Cola Zero y en los de colonias. Esos hombres que cuando los tienes delante te entran ganas de encargarles que te hagan un armario empotrado y no necesitas ningún armario... Ya me entienden.

No me gusta un hombre fofo, ni estrecho de hombros, ni enclenque, ni tampoco deformado por un excesivo y mal uso de las pesas del gimnasio. Tampoco un hombre que use goma de borrar en vez de maquinilla para afeitarse o que tenga barba tipo boj o dejada a la voluntad de Dios. No me gusta un hombre todo depilado, pues me haría sentir que estoy acariciando una mujer. No me atrae nada un hombre gordo cebándose a base de cervezas y comida basura y que su único tema de conversación e interés en la vida, sea el fútbol o hacerse pajas mientras ve películas porno o todas las series violentas del canal de pago de televisión. Me desagradan los hombres sensibleros y cobardes, esos que se dejan mangonear por sus madres, por sus jefes o por otros machos alfa. No me gustan los hombres con la voz aflautada, esos que cuando hablas con ellos por teléfono dudas de si es un hombre o una mujer o un adolescente al que aún no le ha cambiado la voz. No me gustan los hombres que van escupiendo gargajos al suelo, ni los que se rascan las gónadas sin ningún pudor, que van desaseados u oliendo a sudor rancio. Ni los que babean cuando ven pasar a una mujer hermosa y le dicen tonterías o groserías de mal gusto para quedar de machito ante sus amigotes. Ni los que van de Casanova y luego resulta que difícilmente se les levanta o es un eyaculador precoz. Ni los que van de putas o conquistando mujeres con mentiras, drogas o alcohol. Tampoco los que no saben tratar a una mujer con respeto o que se dedican a desvalorarlas para creerse que son alguien, cuando en el fondo son unos acomplejados.

Me gustan esos hombres que no son homófobos ni misóginos, que tienen tan clara su masculinidad y sexualidad que no tienen que estar demostrándola ante nadie. Esos hombres que resultan sexis incluso aunque se pusieran unas bragas y un tutú. Si además es buena persona, divertido, inteligente y tiene buena conversación, ya me tiene ganada.

Me gusta lo masculino en un hombre y no quiero que se pierda ni se deconstruya, no quiero que se difuminen o diluyan conceptos como masculinidad o feminidad, porque entonces perdería mucha gracia la cosa y lo mismo hasta estaríamos haciendo peligrar la especie humana. Hombres y mujeres somos diferentes, benditas diferencias, que son precisamente las que hacen posible la atracción entre dos personas de distinto sexo.

No soy machista, ni feminista, es solo que me atraen los hombres de verdad y tiene narices que estemos en el siglo XXI y tenga que estar explicando y justificando que una simplemente es una mujer heterosexual. ¡Y a mucha honra!

* Escritora y consultora de inteligencia emocional