Está revuelta RTVE en Prado del Rey y los informativos de TVE en el Pirulí. Pero las causas hay que buscarlas muy hacia atrás; en el estatuto consensuado por UCD y PSOE en 1980. Allí yace, insepulto, sin reformar, el origen de que sigamos sin una tele pública. Pesaba la inercia de la televisión oficialista y se respiraba la ilusión de una tele pluralista. Los políticos aparentaban asimismo la misma ilusión. Alfonso Guerra dijo en 1979: «Estoy convencido de que si en televisión se organiza un estatuto, meramente democrático, sin más, con el personal que tiene televisión, en cuatro años tendremos la mejor televisión de Europa». UCD inició al frente de RTVE la ilusionante nueva época. Abril Martorell y Alfonso Guerra, al poner la guinda en el estatuto, declararon implícitamente, «hoy por ti y mañana por mí». Pronto se oyó en Prado del Rey: «¡Abajo el bunker!». Pero detrás de ese grito presuntamente democrático, el PSOE no estaba dispuestos a renunciar al poder inmenso de una RTVE férreamente controlada. Para lograrlo no le importó echar por la borda todos los ideales acumulados en la lucha contra la dictadura. Con el triunfo electoral de 1982 se puso en marcha aquello de «ahora me toca a mí». Se olvidó del pluralismo y se aplicó el sectarismo. Dos mujeres fueron destituidas: Paloma Gómez Borrero, como corresponsal en el Vaticano, y Pilar Miro, como directora general de RTVE. La había nombrado el PSOE pero se convirtió en peligrosa por no purgar a profesionales de valía. Del PP, dirán, hizo lo mismo. Pero ante lo insólito del politiqueo de ahora, no «todos lo mismo» son iguales.

* Periodista