Abro la ventana a primera hora de la tarde para que entre el aire delicioso, tal vez muy contaminado, y se me echa encima en tromba una mosca gorda, zumbando con aires de enfado, que se cuela tan campante en el despacho. ¿Qué quieres?, le digo, ¿no te das cuenta de que estamos en febrero? La mosca no me contesta -menos mal- y se adentra hacia la Redacción, buscando quizá un sentido a su vida.

Voy por la calle Reyes Católicos, donde hace muy poco las cuadrillas estaban recogiendo las naranjas, y, al pasar por uno de esos árboles tan integrados en la exigua acera que casi te dan en la nariz con sus ramas, me dice J.L.: ¿Pues no parece que me ha venido un olor a azahar? Me echo a temblar.

Por la carretera, con el coche, se ve que las cigüeñas siguen pasando el invierno en Córdoba. Les tocaba venir por san Blas («por san Blas, la cigüeña verás»), que según Wikipedia es el 3 de febrero, pero parecen muy asentadas, con nido en propiedad, y no les merece la pena emprender su largo vuelo migratorio de 3.000 kilómetros hacia el África subsahariana. Total, unos días de frío se pasan rápido.

En el jardín de Diario CÓRDOBA hay, como por todas partes -y no vayan a Madrid, que está lleno de cotorras- unos pajaritos negros de talla mediana que no se marchan en todo el año. De tanto verlos no me había percatado del cambio. Pero ahora estoy reflexionando, así que los miro con tristeza y les pregunto: ¿Qué habéis hecho con mis gorriones, adónde los habéis mandado, so matones? Tampoco me contestan. De nuevo, menos mal.

Si la mosca no hubiera tenido tanta prisa y hubiera querido charlar conmigo le habría dicho algo muy doloroso: «Chica, lo siento mucho, no te toca vivir todavía, te tienes que esperar a los meses del calor». Pero, claro, es una mosca engañada, la naturaleza la ha hecho surgir antes de tiempo, y, si no vuelve el frío de golpe, vivirá sus 25 días (más o menos) asombrada del paisaje de febrero, dándose cuenta, quizá, debido a su herencia genética, de que las cosas no marchan bien del todo.

¡Qué días más deliciosos estamos pasando! Sí. Y no es la primera vez que el febrero de los grandes fríos se torna cálido y cariñoso. Pero esto del mini-invierno empieza a dar mucho miedo. ¿Dónde el frío, dónde el agua? No solo la mosca se siente engañada. También la Primavera se pregunta cuándo le toca, quién es esa advenediza que se le adelanta, y el Mayo Festivo, tan lejano, tiembla de pensar en los calores veraniegos que agostan las flores. Miro el calendario. La Semana Santa empieza el 5 de abril. ¿Oleremos el azahar al paso de la Candelaria o ya se habrá desgastado su aroma en este clima cambiante que cada día da más miedo?