¿Qué llevo a tres jubiladas españolas a tirar 100.000 euros, recortados con tijeras, por la taza de varios inodoros de Ginebra? Ahí está la gran pregunta que intentan responder las autoridades suizas, que descubrieron los hechos por el atasco que se formó en las cañerías de un banco y tres restaurantes. Un año después de lo ocurrido, la prensa ginebrina descubre que el dinero pertenecía a una familia de empresarios del turismo y que eran ahorros de su comercio familiar. Un hombre, miembro de esta familia, ha declarado que el dinero es legítimo, en parte propiedad de las señoras que lo destruyeron, y que no hay ningún intento de evasión fiscal. Como parece que los billetes no tienen origen criminal no va a pasar nada, pero vaya misterio.