La discriminación por ideas, religión, raza, lengua, nivel económico, educativo, etc. implica una desigualdad variada, típica de los regímenes dictatoriales que fomentan la actitud errónea de “los que no están conmigo están contra mí”. Los nazis con la raza judía, los negros en EEUU, los radicales islámicos contra occidentales, Maduro contra el pueblo venezolano, el gobierno yemení contra los huties, independentistas catalanes contra los constitucionalistas, el gobierno de Birmania con una Premio Nobel de la Paz involucrada contra la etnia musulmana rohinga, etc., son crisis humanitarias que se basan en odios, sectarismos y supremacismos furibundos fomentados por los dirigentes políticos o religiosos.

En Cataluña es muy difícil ser constitucionalista, lo que no es contrario a ser catalán. Desde diciembre de 2019, los independentistas han intensificado una campaña sistemática de desprestigio de los “otros” catalanes que se han convertido en su principal problema. Combinando palabras de dirigentes ultras como Llach, Torra, Puigdemont, Virgili, Turull, etc., se concluye que hay que “borrar a los súbditos colonos” como se hizo con 20.000 yugoslavos al finalizar la guerra de Eslovenia, que es un referente para Torra pese a que costó 80 vidas. Esperemos que “borrar” signifique solo desterrar. Lo de “súbditos” es un tic esclavista y dudoso para ser usado en la deseada republica catalana y lo de “colonos” es infumable ya que la mayoría ha nacido en Cataluña ¿Por qué a los “charnegos” no se les denominó “colonos”? Cuando se proclame la república se intentará arrinconarlos, no otorgarles la nacionalidad catalana, desposeerlos de todos sus bienes y forzarles al abandono de “su” Cataluña.

El CIS catalán (CEO, Centre d´Estudis de Opiniò) bajo el control de la Generalitat, ofrece datos cada vez más prometedores de crecimiento del porcentaje de catalanes que están en contra del “procès d´independencia”, es decir, crecen los “súbditos-colonos”. Esto está en contradicción con el afán de que el referéndum de independencia se convoque cuanto antes. Por ello, los datos del CEO no son fiables a mi entender; son simplemente un cebo o señuelo para que piquen los “sanchistas” y el resultado de la “mesa” Estado-Generalitat sea un referéndum encubierto solo para los ciudadanos catalanes. De cocinar encuestas sabe un montón el Sr. Tezanos, que casi seguro aconseja al CEO desde el CIS. El último dato del CEO es abrumador: el 61% de los catalanes reprueban a Torra por “no resolver los problemas de Cataluña”. A pesar de haber sido traicionado por ERC y ser expulsado del Parlament, intenta seguir y seguir como president, con el respaldo del Gobierno español, ya que éste no se moja.

El colmo del sectarismo es la propuesta de limitar el censo electoral en el futuro referéndum ilegal solo a los que votaron el día 1-O. ¿Tan ciegos son a las gravísimas irregularidades democráticas de este bochornoso referéndum típico de una dictadura del tercer mundo? Muchos secesionistas dicen que la verdadera democracia después, que ahora todo vale bajo el paraguas de una falsa democracia.

Los catalanes no independentistas o “españoles residentes en Cataluña” son considerados los miserables, los errados, los desdichados, los infelices, los despreciables, los perversos, por tener otra idea sobre el futuro de Cataluña. Han logrado que muchos de ellos se avergüencen en público de considerarse españoles y otros lo esconden por las posibles represalias de los CDR. ¿Cómo denominaría esta situación un foráneo objetivo? Tres palabras la resumen: cobardía, miedo y represión en un Estado de Derecho muy garantista y miembro de la Unión Europea. Es absolutamente increíble cómo Pedro Sánchez ha pasado de ellos en su visita de Estado a Cataluña siguiendo el guion marcado por ERC: los súbditos colonos no tienen cabida en el futuro de Cataluña.

Pero debe hacerse constar que estos súbditos-colonos posiblemente tienen lo que se merecen. Su pasividad en expresarse y manifestarse hace que la mayoría de los catalanes contrarios a la independencia parece que no existen. Culpable también de esta extraña situación es la denominada Sociedad Civil Catalana (SCC), que teóricamente los representa ya que es contraria a la independencia y propugna una Cataluña de todos para todos. Pero su actividad no es la suficiente para contrastar la capacidad de movilización y de hacer ruido de los independentistas que están suportados directa o indirectamente por la Generalitat, que debería ser neutral. La mayoría de los súbditos-colonos trabajan y no tienen tiempo para estar permanentemente en la calle como los CDR y acostarse de madrugada para trabajar a las ocho de la mañana. Contactar con antisistemas europeos para quemar contenedores y lanzar cocteles Molotov tampoco es propio de la SCC.

Los partidos políticos deben apostar por defender a los más necesitados como son los súbditos-colonos de Cataluña, no deben jugar a dos o tres bandas como el PSC, que aspira a presidir Cataluña por la situación a la greña entre los neo-convergentes y ERC y traga lo que sea con tal de que no aparezcan con claridad como constitucionalistas en los medios de comunicación: la indefinición es la ruta marcada por el PSOE de Madrid.

* Profesor jubilado de la Universidad de Córdoba (UCO)