En el blog que dedico a mis nietos les escribo una carta que hago extensiva, hoy, a todos los niños.

Mis queridos niños: se acabaron las clases, y no lo malo, como puede que algunos penséis. Siempre me hizo ilusión volver al colegio, al encuentro con antiguos y nuevos compañeros y maestros, al encuentro con libros y, lo más importante, retomar la gran aventura de aprender. Me imagino que no estáis de acuerdo con todo lo que os digo, pero pensad por un momento cuántos niños, por muchas causas, como enfermedades, medios económicos, etcétera, no tienen la suerte de asistir a un colegio. ¡Qué no darían por madrugar, cargar su cartera y correr a la escuela! Sois afortunados, aunque no lo veáis así ahora. Los seres humanos somos como vasijas vacías que precisan llenarse para valer algo. A medida que vamos dando pasos en el saber es como si abriéramos el grifo y nuestra vasija se fuera llenando poquito a poco. Tenéis que verlo así y tratar de que no solo sean conocimientos que aprendéis en los colegios, sino también valores como el amor, respeto, responsabilidad, solidaridad que tendréis que practicar, y mucho, en este tiempo de clases cerradas. ¡Uf, qué montón de cosas os esperan en estos días para no cortar el chorrito del saber! Esta maestra, que tanto os quiere, os pide que penséis unos momentos en todo esto. Estoy segura de que vuestras vidas serán maravillosas, lo cual no quiere decir que no encontraréis grandes y muchas dificultades en el camino, pero os ayudará la conciencia de haber ido llenando cada etapa de vuestras vidas sin dejar páginas en blanco en el almanaque de este tiempo de vacaciones. ¡Ojalá vuestras vidas sean como antorchas encendidas que os iluminen e iluminen a los demás!

* Maestra y escritora