Nuestra ministra de Justicia, Dolores Delgado, hoy en entredicho, envió en agosto una carta al ministro de justicia italiano, Alfonso Bonafede, intercediendo en favor de Juana Rivas, la madre española condenada por sustracción de sus dos hijos y cuya custodia le fue retirada por la Justicia italiana. La ministra española quería poner a su homólogo al corriente de la preocupación de la mujer por la seguridad de sus dos menores, según ha destapó esta semana El Mundo. Juana Rivas, apoyada en sus reivindicaciones por partidos políticos, desde Mariano Rajoy a Susana Díaz, y por cientos de manifestaciones en España, en la campaña «Juana está en mi casa», cuando en 2017 ella desapareció del mapa con sus hijos, fue condenada en julio de 2018 a cinco años de cárcel (en sentencia confirmada por la Audiencia Provincial de Granada), remarcando el juez que había explotado «el argumento del maltrato». En Italia, la Justicia le negó a finales del mismo año la custodia de sus propios hijos por tener un «funcionamiento mental patológico», por ser ella misma un peligro para los menores por «manipuladora» y le recomendó terapia. Es más, ante las reiteradas denuncias de Juana contra el padre de sus hijos, Francesco Arcuri, la fiscalía italiana ordenó a los carabineros que no le enviarán más denuncias si no estaban fundadas en pruebas fidedignas. Y con todo este historial ¿la ministra de Justicia española, a la sazón fiscal de carrera, escribe a su colega italiano pidiéndole atención para Juana, que sigue acusando al padre de sus hijos del maltrato con los niños? En estos momentos el comportamiento de la ministra está siendo cuestionado en las propias instancias judiciales y son tres las asociaciones de jueces que rechazan sus injerencias y le piden cuentas, pero olvídense de eso, juzguen vds. por sí mismos, y para ello hagan el siguiente ejercicio. En toda esta historia, tal como está contada en virtud de los hechos probados, donde pone «Juana» pongan «Juan» (o Francesco). Apechugando con las sentencias con las que Juana Rivas carga ¿habría movido un dedo la ministra para interceder por Juan o por Francesco? Es más, ¿si el padre italiano fuera ciudadano español, gozaría hoy de la custodia de sus hijos? Y en lo que respecta a la ministra metomentodo ¿lo seguiría siendo después de este exceso de celo en favor de Juana Rivas y contra del marido absuelto de todas las acusaciones? Y hay más, ¿habría llegado hasta el día de hoy en el ministerio, después de confesar cómo fue testigo de las relaciones que jueces del Supremo mantenían con menores, que no denunció, en un viaje de trabajo a Colombia? Ahí lo dejo...

* Periodista