Aún no han llegado a la mayoría de edad y ya se creen con derecho a disponer de los cuerpos de las mujeres. Y a violentarlas para satisfacer sus necesidades, las sexuales y las de poder. ¿Quién les ha enseñado algo así? No está en los planes de estudio ni en las caricias de las madres, esta idea tan simple que dice que pueden violar una persona como si nada. ¿Cómo puede ser que a una edad en la que tendrían que estar acercándose a las que desean por la vía del respeto, el buen trato y las relaciones consentidas, se dediquen a invadir las carnes de las que consideran simples objetos?

Es la cultura, claro, la que se encarga de decirles una y otra vez que pueden ser violadores, que tienen derecho a serlo. En el caso de los menores extranjeros no acompañados la cultura machista es doblemente transmitida: sabemos que han crecido en un país donde el acoso es el pan nuestro de cada día, donde las mujeres siguen ocupando un lugar de segunda y les corresponde a ellas protegerse de las agresiones. Se dirá que es una cultura universal y respondo que sí, que el machismo es universal pero hay grados y en algunos países se manifiesta de forma espontánea, como si aún fuera un orden natural.

No vale instrumentalización política alguna de los menores no acompañados ni competir para ver quién es menos racista. Ni utilizar el adjetivo para sofocar cualquier inquietud, preocupación o protesta que provoquen. Tenemos un problema urgente encima de la mesa y no se solucionará haciendo callar a quienes se manifiestan en contra de los jóvenes. Los supuestos violadores recibirán la condena establecida, ni más ni menos, el problema es prevenir las agresiones. ¿Cómo se educa en igualdad unos chicos sin estructura familiar que dejan de ser tutelados pocos años después de llegar? Cuesta cambiar mentalidades, hacen falta procesos importantes, que impliquen a toda la sociedad y se mantengan en el tiempo. Pero es que en el caso de los menores, además, nacidos en el siglo XXI, han recibido otra cultura que nada tiene que ver con la de sus padres: la cultura del porno, en muchos casos primera y única educación sexual. ¿Qué hacen las mujeres en el porno?, ¿cómo son tratadas?, ¿cómo parece que quieran ser tratadas? Exactamente como trozos de carne a disposición de los hambrientos. Sumémosle el estereotipo que dice que las mujeres ‘occidentales’ están siempre a punto para el sexo y tendremos una bomba de relojería que la conciencia antirracista no tendría que negar.

*Escritora