La presentación, anoche, del libro El cobre que unió vidas, elaborado con testimonios de trabajadores de la extinta Sociedad Española de Construcciones Electromecánicas --La Letro en el lenguaje popular de la ciudad--, y de familiares y vecinos del barrio creado en torno a esta industria, fue ocasión para el homenaje a personas ligadas a este gran complejo industrial que tanto ha supuesto para la historia de la Córdoba del siglo XX y parte del XXI. Ahora, perdida ya en su mayor parte --quedan por fortuna algunas industrias «herederas», pero la antigua Secem desapareció en su esencia tras el cierre de Locsa poco antes de su centenario-- Córdoba está perdiendo también el gran sustrato de cultura industrial que nació y se asentó con aquellos miles de obreros cualificados que transformaban en aquellas fábricas el cobre y el latón. De allí nació también el sindicalismo y la solidaridad obrera que han impregnado la conciencia de las clases trabajadoras de Córdoba y nutrido sus sindicatos desde la Transición. El acto de ayer fue, junto con los buenos recuerdos y la distinción a esos cordobeses que son historia viva, un ejercicio también doloroso de memoria y de reivindicación.