¿Qué es un hecho histórico? ¿Es de recibo que quienes no quieren que se toquen los restos de alguien, abjuren y retiren el busto de otro? ¿Qué rasero debemos tomar para considerar lo que es tocable o intocable? ¿Hasta dónde debe alcanzar la memoria histórica?

Un hecho histórico es el sucedido en el pasado y elevado a tal categoría cuando ha transcurrido el tiempo suficiente para ser examinado rigurosamente, de forma objetiva, sin prejuicios, reconstruido científicamente y con pruebas que empírica y científicamente así lo determinen de manera imparcial. La objetividad y la precisión deben ser claves y eso es ciertamente difícil cuando no ha pasado el tiempo suficiente, cuando el hecho forma parte aún de nuestro presente mediato, o de nuestro pasado próximo, cuando nuestros padres o abuelos -incluso aún vivos- hayan sido testigos o implicados, porque entonces... ¿Qué perspectiva u objetividad se puede tener?

El límite, creo, debiera estar en esa objetividad que solo puede venir dada por la sensatez que da la perspectiva y el paso del tiempo, un tiempo suficiente como para que no haya víctimas conocidas. Lo contrario nos llevaría a arrancar tantos bustos, estatuas y grupos escultóricos que no quedaría ni uno solo, porque el filtro de la memoria histórica llevada a tantos siglos atrás, nadie -y digo nadie- la pasaría. O si no ¿qué hacemos con la masacre antisemita que se inicia en el año 1391 en casi todos los reinos cristianos? ¿Es que nadie cayó en el reinado de nuestros Reyes Católicos en la búsqueda de la pureza de la fe? ¿Ningún mártir ni pequeño indígena fue mutilado en esa gloriosa conquista de América?... ¡Pues venga, empecemos ajusticiar a todos estos!

El colmo es cuando los mismos que no quieren tocar a algunos de su plácido mausoleo por considerar que los hechos históricos son eso y punto, se atreven a arrancar de cuajo el busto de otro que vivió diez siglos antes y que fue mucho más, por algo fue el «Señor de Hispania».

El colmo es no ser capaces de quitarse de encima los prejuicios arrastrados de tantos siglos atrás y al mismo tiempo pretender que otros no los tengan cuando aún tienen en su casa víctimas del pasado próximo, aún muy presente.

En fin, bueno sería saber qué opinan algunos de nuestros concejales y sus votantes de esa patada monumental -y nunca mejor dicho- a la memoria de quien hizo que nuestra Córdoba fuera tan grande, o más, que Atenas o Roma... ¡Ah, perdón, que si hablamos de Córdoba, somos los cordobeses los más críticos!

* Abogada