Llevo a mis labios el dedo/ con luto en el corazón./ Tu silencio es oración/ y en su clausura me quedo./ Llorar por ti más no puedo,/ porque es tan grande la herida/ de verte, amigo, sin vida/ cuando ayer te sentía cerca,/ que hoy, al llamar a tu puerta,/ nadie respondió a tu huida.