Los tubos de escape de los vehículos de automoción son como armas de fuego capaces de provocar la muerte a largo plazo. Pero en la mayoría de los accidentes de tráfico, no tarda ni un minuto. Las causas de los accidentes mortales son muy conocidas, la velocidad excesiva es una. En cuanto al monóxido de carbono y el oxido de nitrógeno, que expulsan los tubos de escape, son un peligro para la salud. Otra cosa es ponerse totalmente de acuerdo en cómo evitarlo. A cada momento, concretamente en Madrid, cuando hay niebla aumenta la contaminación y hay restricciones de velocidad en las autovías de acceso. Me acuerdo de un experimento similar realizado en el norte de Alemania. Se demostró que a menor velocidad no mejoraba la contaminación. La modificación de los motores de combustión sí que es eficaz, aunque influye en los precios de los vehículos. Algunas firmas automovilísticas alemanas para evitar unos trabajos costosos aparentaron que cumplían las normas. Se basaban en que los elementos poco saludables antes citados, quizá no son tan malignos. Posiblemente la razón de las pruebas realizadas con cobayas humanos, inhalando los gases que escupen los tubos de escape, ha sido un intento para demostrar que se exagera la realidad. Pienso que el escándalo en Alemania ha sido mayúsculo por las connotaciones con la memoria histórica en experimentos con seres humanos. Me refiero a los realizados por el científico Josef Mengele en Auschwitz con cobayas judíos. El Gobierno alemán ha criticado duramente a las empresas automovilísticas. La opinión pública es muy sensible ante estos hechos.

* Periodista