Rafael Nadal ha conseguido morder por décima vez el trofeo parisino que consagra al mejor del mundo en arcilla. El tenista más grande de la historia en tierra suma ya 53 torneos en dicha superficie. Será muy difícil que algún otro jugador pueda igualar dichos registros. Con su nuevo triunfo en París, Nadal es ya el segundo mejor tenista de la historia si consideramos los 15 torneos de Grand Slam ganados (diez Roland Garros, dos Wimbledon, dos US Open y un Open Australia). Únicamente le supera el suizo Roger Federer (18). Además ha logrado 30 ATP 1000 (junto con Djokovic lidera esta categoría), 18 ATP 500 y 10 ATP 250. En total son 73 títulos (entre los jugadores en activo, solo Federer con 91 le rebasa). A esto hay que añadir dos medallas de oro olímpicas (Pekín 2008 y Río de Janeiro 2016) y cuatro copas Davis (2004, 2008, 2009 y 2011). Ha sido número 1 del ranking mundial de la ATP en tres periodos acumulando 141 semanas desde 2008. Actualmente es el número 2. Nadal ha recibido varios reconocimientos a su carrera deportiva: Medalla de Oro al Mérito Deportivo (2006), Premio Príncipe de Asturias de los Deportes (2008), Premio Laureus World Sports como mejor deportista mundial (2011), Premio Leyenda al Mejor Deportista Español de la Historia (2013) y Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo (2015). No obstante, en mi opinión, el deportista español con el palmarés más importante de todos los tiempos debería ser objeto de mayores distinciones institucionales. Rafa es un señor dentro de la pista (jamás ha estrellado una raqueta contra el suelo) y fuera de ella (es uno de los pocos deportistas de élite que, residiendo la mayor parte del año en el extranjero, paga sus impuestos en España). Prueba de su extraordinaria calidad humana, es la respuesta que recientemente ha dado a la pregunta ¿como te gustaría que te recordasen?: «Como una buena persona, básicamente».

* Catedrático