De madrugada, con el reloj parado, negociando hasta la última coma. Así ha conseguido la Unión Europea el precario acuerdo sobre la gestión de los refugiados que se lanzan a las aguas del Mediterráneo. Para los adanistas lo fácil será decir que ha ganado Salvini. No conocen la historia de la construcción europea. Es una sucesión de miedos superados. Desde el miedo a las ansias expansionistas de Alemania en su creación hasta el miedo a la dominación rusa en su última ampliación. Así surgió la UE y así mantiene su mala salud de hierro. Es un equilibrio inestable, pero equilibrio al fin y al cabo.

El pacto soluciona casi todos los problemas internos que provocaron la última crisis. Merkel podrá calmar a sus socios de la CSU porque la salvaguarda del derecho de los refugiados no correrá solo sobre las espaldas alemanas. Macron se mantiene en el epicentro de Europa. Conte y Salvini podrán presumir de haber doblegado a la UE. Los países de Visegrado (Hungría, Polonia, la República checa y Eslovaquia) han convertido su insumisión del 2015 en universal voluntariedad. Y España se ha dado un baño de europeísmo y vuelve a ser país receptor de las ayudas del norte. La incógnita es si esa suma de soluciones particulares servirá para subsanar el problema general, la crisis migratoria.

Si con este paquete de medidas, la frontera mediterránea deja de ser la más mortífera del mundo, algo habremos ganado. Si los populistas dejan de equiparar a la UE con las consecuencias de la inmigración desordenada, algo habremos ganado. Si el eje franco-alemán vuelve a liderar y España se sitúa en su estela como lo hizo González en los 90, algo habremos ganado. La UE avanza cuando se gana un poco, nunca cuando se impone el maximalismo, sea el del proyecto de constitución de Giscard d’Estaing o el brexit de Theresa May. Dice el viejo proverbio que siempre es mejor un mal acuerdo que un buen pleito. Ese principio vale también para esta Europa atenazada entre Trump y Putin que buscan una y otra vez un caballo de Troya para debilitarla como polo económico global. Esa es la clave de todo.

* Periodista