Ocaña fue un alcalde ejemplar siempre con rostro de preocupación que es lo que distingue a los buenos políticos que saben que detrás de una solución viene otra situación difícil que apañar. Por eso en su curro se reía poco. La verdad que esos políticos que sonríen tanto no entiendo qué les hace tanta gracia (¡hay tanto tonto en política!). Hace algunos años seguí los pormenores de los plenos y las rivalidades y llegué a una conclusión: cuando un grupo destapa de otro trapos solo manchadillos, los pone súper sucios; y cuando no se inventan. Y el descubrimiento de la posible conducta corrupta o poco ortodoxa no persigue el reino de la ética sino el aplastamiento del rival para arrebatarle el poder. La gente podrá decir que eso es el mal menor y que lo principal es que se colabora a favor toda la colectividad cuando se evidencian conductas ética o penalmente cuestionables. Pero yo al menos veo muchos excesos y muy poca hombría en estas críticas. Y no me digan que una cosa es la profesión y otra las relaciones personales porque esta frase es el éxtasis de la hipocresía; todo es personal porque somos personas y no robots de última generación. En todos los grupos de todas las administraciones he comprobado nula piedad para los que se suponen que han podido cometer un error. A pesar de que Ocaña ha muerto con mucha honra y sin trapo sucio alguno, sí que es verdad que tuvo que soportar carros y carretones de incoherencia durante el tiempo que estuvo de alcalde, dicho sea de paso, de probablemente, sino el alcalde, sí que uno de los mejores ciudadanos de la historia de nuestra ciudad. Ocaña sufrió mucho en su puesto y el pobre mío en los plenos siempre parecía amargado ante la nula comunicación entre grupos, incluido su partido. Una pena porque cuando un pedazo de político muere contra todo pronóstico ya no hay tiempo de que sus excompañeros y exrivales le pidan perdón. Todo esto me lo ha inspirado la imagen del pleno de pie en el día de su muerte en un minuto de silencio que para algunos habrá sido un minuto de remordimiento. Y ya de paso doy mi más sincero pésame a la familia, es decir, a toda Córdoba.

* Abogado