Supongo que, tanto si tiene pareja como si no, pasó usted anoche una gran velada de San Valentín. Si es así me alegro. Y puede incluso que en la cita surgiera algunas de esas típicas preguntas (a veces retóricas, a veces con trampa) del tipo «¿cuánto me quieres?», esas cuestiones que no tienen contestación (ni falta que hace), ya que el amor no se puede medir.

O al menos eso creía yo.

Y es que ya tenía mis dudas cuando en décadas pasadas veía cómo los principales impulsores y devotos de San Valentín eran las cadenas de grandes almacenes, a los que se fueron sumando con una irrefenable fe a este santo firmas de todos los sectores. ¡Cuánta devoción! ¡La hermandad de la santa Visa!

El caso: recientemente he conocido que ya con internet y las redes sociales el amor sí es perfectamente medible, especialmente sus resultados económicos. Así, cualquier buen community manager es capaz de cuantificar en decenas de índices el éxito de una campaña de San Valentín. Y no ya con Google analitycs en la web de la empresa. También la audiencia con el número de seguidores en Facebook, Twitter, Instagram o Pinterest, además de su influencia (con los índices Klout Kred y Kelar), el compromiso de los usuarios con la marca y la campaña, el porcentaje de satisfacción y el retorno (ROI) de la inversión realizada. Buscadores de keywords pusieron número a las palabras más usadas ayer mientras aparecían entre los trending topics (con su correspondiente cifra y rango) los hashtag #EsSanValentínYTodavía y #FelizSanValentin y Google seguía guardando todas nuestras búsquedas, también las del día de los enamorados.

Casi da escalofríos.

Pero hoy es día 15. Ha pasado San Valentín con todas sus campañas y cifras de resultados. Hoy es un día para ese otro amor que vuelve a no poderse cuantificar en números, entre otras cosas, porque ya no da réditos comerciales. Por eso, si no está enamorado, disfrute intensamente de la jornada. Y si lo está, aproveche hoy a fondo ese amor que ni se compra, ni se vende... ni se mide.