Atención, nacidos en 1970, que este año vais a cumplir 49. Hay varias cosas que debéis saber. La primera, aplicable igualmente a los nacidos en cualquiera de los años redondos del siglo, que aquellos que cumplen años terminados en 9 son más proclives a cometer locuras, ya sea comprarse un coche deportivo por encima de sus posibilidades o liarse con la becaria. Por lo visto en el último año de cada década nos da por analizar las ocasiones perdidas y las cuentas pendientes y lanzarnos a repararlas. Los dos ejemplos citados son comunes, pero lo son también hacer un viaje, dejar el trabajo o empezar a estudiar cosas.

No acaba de coincidir esta realidad con la teoría sobre la madurez de Aristóteles: según él, mientras la juventud es una etapa caliente y apasionada, la ancianidad es fría y apática. A medio camino están las personas maduras, a la temperatura ideal. Según el griego, la plenitud física se da entre los 30 y los 35 años y la intelectual --o espiritual-- a los 49.

El filósofo inglés Kieran Setiya, de 40 años, ha tratado de explicarse a sí mismo su crisis de la mediana edad en un ensayo estupendo que acaba de publicar Libros del Asteroide, En la mitad de la vida. Habla de Aristóteles, de Stuart Mill y de otros muchos, incluido él mismo, y se pregunta de qué modo puede la filosofía ayudar a entender qué nos pasa cuando nos damos cuenta de que ya no todo es posible y que el tiempo no solo corre que se las pela, sino que se termina.

Kieran desmitifica algunas cosas, como por ejemplo el famoso arrepentimiento por las ocasiones perdidas. La clave es entender que no podemos tenerlo todo, dice, y que, más que lo que no hemos hecho, añoramos la posibilidad de hacerlo. Dice que para ser feliz hay que fijar la mente en algo más que uno mismo. También que la crisis de la mediana edad no es solo humana, sino que afecta también a otros grandes primates, como gorilas o chimpancés, qué cosas. Lo he disfrutado de lo lindo, y no solo porque en apenas unas semanas cumpliré... ¿adivinan cuántos?

* Escritora