Hace poco, la Agrupación de Cofradías de nuestra ciudad renunciaba a pertenecer a una comisión ciudadana que convocaba el Ayuntamiento de Córdoba sobre usos del casco histórico de nuestra ciudad, valga la redundancia.

Y eran algo pintorescos sus argumentos: «el tratamiento de los problemas de los barrios de la ciudad no corresponde a la Agrupación», «las hermandades solo hacen un uso puntual de las calles», «aseguran que entre sus fines no está participar en los movimientos vecinales», «es criterio de la Agrupación no participar en comisiones donde existen evidentes mayorías sesgadas hacia determinadas posturas», «las conclusiones de dicha comisión redundarán contraria a los intereses de las cofradías»...

Lástima no poder volver a los años 80/90, donde fue distinguida, nos referimos a la Agrupación de Cofradías, y le fue concedida la medalla de oro de la ciudad, que da una serie de prerrogativas, a las cuales no hubiese accedido, y que fue distinguida con la rotulación de una plaza o calle con su nombre, cuestión que el Ayuntamiento de Córdoba no concede a seres vivos. ¿Alguna premonición en cuanto a Participación?

Cuando uno es distinguido con la medalla de oro de cualquier organización o institución, lo menos que espera dicha organización o institución es un mínimo de respeto. Una cuestión es discrepar y otra considerar que no se pertenece a una sociedad que la ha reconocido con un galardón tan importante. ¿O solamente ello sirve para pedir dinero a dicha organización o institución? Quizás deberíamos devolver la voz a los mandatarios de aquellos tiempos y que nos desvelaran derechos y deberes de los «medallados» y las razones de hacerlo sobre determinadas organizaciones en una sociedad laica. O simplemente renunciar a la tan aludida medalla al no desear mezclarse con el resto de organizaciones que compartimos dicha condecoración. Qué razón teníamos algunos cuando discutíamos el nuevo Reglamento de Participación Ciudadana y nos oponíamos a su entrada en el mismo. Qué se puede esperar de una organización que tras elegir a su máximo representante, éste tiene que recibir el placet de un superior que no ha intervenido en el proceso democrático de su elección.

Recapacitemos todos.