El rey Felipe VI no escatimó ayer en sus elogios hacia Córdoba durante la entrega de las Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes correspondientes al año 2017, que por razones organizativas (principalmente los desajustes de agenda derivados del cambio de Gobierno) se entregan finalmente comenzado ya el año 2019. Córdoba, que fue escenario de este acto en el año 2006, vuelve a ser anfitriona de unos galardones que entrega el Ministerio de Cultura y que se caracterizan por la amplitud de la mirada con la que se contemplan las artes. Un extenso abanico en el que se echa en falta algo más de juventud, pero que resulta un espléndido relato el que conviven los reconocimientos a Luis Eduardo Aute, Lolita, Hombres G y José Luis Perales con la distinción a mecenas como Ócar Alzaga, o a los arquitectos que diseñaron el centro de interpretación del yacimiento de Medina Azahara, Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano. Personalidades de la escena, de la música, del humor gráfico, de la gastronomía, del interiorismo y del paisajismo, de la danza, el toreo, la fotografía, la literatura... Y del humor popular, como el querido Chiquito de la Calzada, que se llevó el aplauso más grande, desgraciadamente a título póstumo.

Este impresionante elenco de talento y de las numerosas disciplinas que abarca la actividad creativa muestra la gran diversidad del mundo de la cultura y del arte en España, y es un honor para una capital como Córdoba verlo ligado a su nombre.

Y viceversa, pues, como señaló el monarca, la nuestra es «una de las ciudades más bellas y con una de las historias más fascinantes de Europa», y con ella «el mundo tiene aquí un tesoro». La atención prestada por Felipe VI al devenir histórico y a las muchas realidades que han construido nuestra ciudad nos lleva una reflexión inevitable en estos momentos de tensión en la política y en las instituciones: es una lastima que ni Córdoba ni su historia sirvan de ejemplo cuando más necesitada está España de diálogo y entendimiento.

Y también, al escuchar los elogios del monarca sobre Córdoba y sus «tesoros» respaldados por cuatro títulos de Patrimonio de la Humanidad, cabe preguntarse: ¿Nos convenceremos de ello? Los que nos visitan, incluidos los Reyes, quedan fascinados por la belleza que surge de los distintos estratos históricos de nuestra ciudad, que deberían estar acompañados --contamos con grandes artistas, pero no con un entorno que los potencie-- de una vida cultural más dinámica y acorde con los tiempos. El acto de ayer subraya la fuerza de la cultura y es ejemplo a emular de sus amplísimas posibilidades si nuestra ciudad apostara por añadir a su precioso escenario un apoyo al talento que fuese tenaz, planificado y sostenido en el tiempo.