De nene veía a las hormigas en pleno verano --y encima en la siesta-- currar como cabronas con puntualidad suiza y disciplina alemana. Y para quien no se acuerde, le digo que aquí era más raro llegar a los 41 grados de calor a que cualquier chiquillo cogiera una faringitis que le subiera la temperatura corporal a ese mismo nivel; el remedio para ambos casos era la bañera. La mayoría de nosotros no teníamos aire acondicionado, pero tampoco lo anhelábamos porque más que una prestación necesaria era un artículo de lujo que suplíamos con ventanas abiertas y ventiladores a toda pastilla. En aquellas noches las familias veíamos juntas y pegadas en los sofás, como los parlamentarios del parlamento inglés, series como Dallas o Curro Jiménez. El mundo ha cambiado más de lo que se le pedía, tanto dentro de casa como fuera de ella. Ya nadie ve los culebrones con puntualidad divina porque esas ilusiones fueron erradicadas por la multitud de canales. Y hoy casi todos tenemos climatizador. Además, la familia en sí tiene otro concepto mucho más limitado en miembros, pero más plural en conceptos.

Pero, sobre todo, lo que ha cambiado en Córdoba es que hoy sufrimos en las calles estivales temperaturas que como tónica alcanzan los 47 o 50 grados (e incluso más). La cuestión es que no hay duda en que hemos cambiado de hábitos dentro de casa, pero fuera de ella parece que nos hacemos los tontos para eludir ciertas responsabilidades. Y lo que no puede ser es que, con este calor desértico, insistamos en las mismas costumbres y tradiciones en un entorno no adecuado. Entre otras cosas porque nuestra economía se va a resentir y bien. Por todo esto creo que nuestro querido mayo, que es cuando celebramos la mayoría de nuestras tradiciones, por más que nos pese, debe cambiarse por abril. No entiendo cómo todavía hay gente que no quiere ver la evidencia porque repito que el cambio climático no solo está empezando a afectar a nuestra comodidad sino también a nuestros bolsillos que ya están demasiado maltratados como para no tener en cuenta ya el serio riesgo que significa el factor ambiental. Si la cosa sigue así, la Feria de la Salud cambiará para mal porque será imposible ir a ella debido a las altas temperaturas y el «boca a boca» desaconsejará la asistencia. A las hormigas ya puedes verlas trabajar como siempre, cabronas; pero por la noche. Si ellas, con lo cuadriculadas que son para sus costumbres, han cambiado para proteger su economía, nosotros más todavía. Es por ello que la Feria de Mayo debe trasladarse al mes de abril.

* Abogado