El Observatorio madrileño contra la LGTBfobia registró el año pasado 345 incidentes de odio en la región. La entidad detalló que el perfil del agresor era el de un hombre en la veintena. Hombres, a menudo familiares de la víctima, son también los responsables de las llamadas violaciones correctivas, un eufemismo para designar las violaciones que sufren muchas lesbianas con la supuesta finalidad de corregir su orientación sexual. Se trata de un delito transversal a nivel global, presente en sociedades tan dispares como la peruana, la brasileña o la sudafricana. Precisamente, el investigador Kopano Ratele publicó en el 2014 un estudio analizando posibles causas de las agresiones homofóbicas en el país de Nelson Mandela. Él apuntaba que la violencia contra gais y lesbianas es una forma de afianzar la masculinidad de muchos hombres africanos, una identidad de género puesta en cuestión por la rápidas transformaciones económicas y sociales que atraviesan algunos de los países del continente. Ello hace que los valores asociados a lo percibido como ser hombre, como el éxito económico, sean más difíciles de conseguir. De hecho, Ratele señala que la comunidad LGTBI, que ya de por sí cuestiona las convenciones de lo que se considera socialmente un hombre, aparece como cabeza de turco para desviar la atención de los fracasos de las élites.

Podemos tomar la relación entre masculinidad hegemónica y discriminación contra personas LGTBI de Ratele como punto de partida para estudiar las agresiones. La juventud de los agresores podría apuntar al vínculo entre la violencia y la construcción de la identidad como hombre. De hecho, al igual que la alt-right estadounidense, el partido ultraderechista Vox, que también apuesta por una masculinidad agresiva y dominante en conflicto con las mujeres y el colectivo LGTBI, ve los varones jóvenes como un nicho donde captar adeptos .

* Periodista y editora del blog Zena