En la actualidad, la nueva revolución médica y social en cuanto a la vejez no se refiere sólo al aumento de la esperanza de vida, sino que se ocupa, especialmente, de los que son «más que viejos», los más mayores entre los mayores: los que ya han cumplido 100 años. Ya no sólo se llega a viejo, se llega a ser «muy viejo». Las probabilidades de que una persona viva 100 años actualmente son bajas, pero ciertamente son mayores que las de nuestros padres o abuelos. Los centenarios son, por definición, supervivientes que han vivido, al menos. veinte años más que la esperanza de vida media. Contrariamente a la imagen general de un individuo extremadamente frágil al final de su vida, muchos de los estudios realizados hasta la fecha revelan que buena parte de los mismos viven integrados en la comunidad, con grandes probabilidades de hacerlo en plenitud de condiciones físicas y mentales.

Llegar a los 100 años significa algo más que, simplemente, vivir mucho. Con un ritmo de vida tan acelerado como el de hoy, uno se preguntará: ¿Cómo se comportan para vivir más de cien años? Los científicos afirman que los factores claves para llegar a esta edad son: los ‘súper’ genes heredados. La mayoría de quienes llegan a los 100 años tienen un abuelo, un padre o madre; hermano o hermana que vivió 90 años o más. Además de la importancia de la genética, en especial en edades avanzadas, algunos de los factores más notables relacionados con la longevidad son: la buena salud y hábitos personales, como la dieta, el ejercicio, el peso normal, el poco estrés y no fumar ni abusar de substancias; la educación y el elevado conocimiento; un sistema de apoyo social fuerte y comprometido; una perspectiva optimista y emociones positivas con capacidad de adaptación al cambio y a la planificación de alternativas. Muchas personas centenarias señalan que no sienten su edad cronológica, sino que se piensan y se sienten muchos años más jóvenes. Han logrado una vida de tres dígitos, y aunque parezca increíble para muchos, todavía disfrutan y le sonríen a la vida.

En el extremo más longevo de la especie humana, los centenarios ofrecen la oportunidad de extraer las claves más importantes respecto a la supervivencia y fragilidad que permitan promover unos mejores niveles de salud e independencia en el conjunto de la población mayor. Ello supone toda una revolución que los médicos, psicólogos, sociólogos y políticos deben contemplar. El creciente número y la proporción de centenarios generan cuestionamientos a los programas y las políticas, como la edad de retiro, la atención médica, las pensiones, las inversiones económicas, los impuestos, los servicios sociales, el mantenimiento de la salud, la rehabilitación, el cuidado y la vida asistida. No prestar atención o demorar la atención de las profundas consecuencias de la mayor longevidad no solo es una visión de corto alcance, sino que dificulta la situación de personas, familias y comunidades, así como eleva el costo económico para los gobiernos.

El número de personas que llega a 100 años depende de cuántos nacieron y su esperanza de vida. Los nacidos en 1964, que tendrán 100 años en 2064, son parte del baby boom español, una de las generaciones más numerosas de la historia, y gozan, pasados los 50 años, de una esperanza de vida creciente. A 1 de enero de 2015 eran más de 700.000, por lo que el INE supone que la mitad vivirá otros 50 años más. Más allá de predicciones futuras, la realidad actual ya muestra que el número de españoles que llega a los tres dígitos crece en torno al 10% cada año, un ritmo que se acelerará gracias a la creciente cantera de potenciales centenarios: en la última década los mayores de 85 años han aumentado en medio millón de personas. Todos ellos elevan la ya alta esperanza de vida española al nacer, situada en 83,2 años según la OCDE, solo superada por la de Japón (83,4 años). En España son 14.487 los centenarios, según los datos del último padrón del Instituto Nacional de Estadística (INE), más del doble que en el año 2000.

* Doctor en Ciencias de la Educación