Me cruzo de vez en cuando con los marqueses de Twitter. Visten con una capa de armiño azul en la que se enganchan decenas de miles de seguidores y levantan la barbilla cuando los contradice un plebeyo. A veces, hastiados, se dignan a responder a la purria. Lanzan al intruso fastidioso una mirada por encima del hombro y emiten con hastío unas palabras como estas: “¡Pardiez, con ochenta seguidores y viene a molestarme! ¡Mauricio, eche a este infraser y friegue el suelo cuando salga!” Dicho y hecho, su corte de pelotudos se lanza sobre el molesto hasta aburrirlo, mientras el marqués de turno se retira a salones.

Se puede estar orgulloso casi de cualquier cosa que uno haya conseguido en esta vida, pero hace falta ser imbécil para juzgar a los demás según su número de seguidores. Twitter ha terminado funcionando como un edificio de castas donde los marqueses viven arriba y se niegan a hablar con la portera. En parte, comprensiblemente, porque entre la balhurria hay mucho cabrón con ganas de molestar y nada más; en parte, incomprensiblemente, porque hay gente tan vacía que hasta los seguidores se le suben a la cabeza.

No suele haber justicia con los libros más vendidos ni las películas más taquilleras, y tampoco la hay con las cuentas de Twitter más exitosas. En los pisos del marquesado hay gente estupenda, sí, pero también proliferan los plagiadores y los oportunistas. Mientras tanto, entre los mendicantes sin seguidores, encuentro a genios incomprendidos cuyas perlas se disuelven sin dejar marca. Si Twitter es una democracia, será una de carácter censitario: difundimos antes aquello que ya tiene muchísimos retuits que lo que es simplemente bueno, y dejamos fuera del juego a quienes no consiguieron alcanzar los ingresos mínimos de popularidad.

Es una lástima que se pierda tanto ingenio en la marea de Twitter pero quizás podemos inclinar la balanza. ¿Y si los que hemos terminado entre marqueses recomendamos cuentas desconocidas que merezcan subir? Seguid, por ejemplo, a @carmenromp.

* Escritor y periodista @juansotoivars