Antes, cuando oía la palabra Brasil, me venían a la cabeza João y Astrud Gilberto, «La Garota de Ipanema», Gilberto Gil, Sebastião Salgado, las escuelas de samba...

Desde hace unas semanas, Brasil es, para mí, Marielle Franco. Fue asesinada el 14 de marzo en Río de Janeiro. Era una representante de los ciudadanos. Concejala. En Brasil, hay miles de muertes violentas cada año. ¿Por qué esta es especial? Cuando asesinan a una representante política, como Marielle, están asesinando la voz de quienes la han votado. Cuando, además, asesinan a alguien que ha querido ser la voz de los sin voz, están asesinando a quien defiende a las personas más indefensas. «Mujer negra, hija de la favela de Maré y defensora de los Derechos Humanos». Así se definía a sí misma. Brasil es uno de los países más peligrosos para los defensores de derechos humanos. Además de Marielle, otras personas han sido atacadas, abatidas. El año pasado, 70 activistas de derechos humanos fueron asesinados en Brasil. El día 13 de diciembre fue un placer, a pesar de la tristeza, del dolor, acompañar a Marinete Da Silva, madre de Marielle, y a Renata Neder, investigadora de Amnistía Internacional Brasil, a diferentes encuentros con adolescentes, con representantes municipales, con personas preocupadas por los Derechos Humanos.

El Grupo Local de Amnistía Internacional en Córdoba ha adoptado el caso de Marielle. ¿Qué significa esto? Significa que cuando alguien sale de las primeras páginas (gracias, Diario CÓRDOBA, por la magnífica contraportada del día 14), cuando un nombre empieza a olvidarse, nosotros seguimos trabajando, seguimos mandando cartas, contactamos con personas y grupos que pueden ser más sensibles y pueden apoyarnos. Mantenemos la llama.

Como seguimos haciéndolo, desde hace más de tres años, por Raif Badawi, periodista saudí, encarcelado y pendiente de una pena de flagelación. El reciente y terrible asesinato del también periodista Jamal Kashoggi ha dejado en un segundo plano los nombres de otras y otros presos y condenados a diferentes castigos en Arabia Saudí. Aun así, el nombre de Raif se oyó en el senado de los EEUU hace unos días. Y por eso, para terminar el artículo, recordaré al añorado Forges y su «Pero no te olvides de Haití», en la esquina de la viñeta. Ya sabéis cómo me gusta robar ideas y frases.

Pero antes, allí donde estéis leyendo este artículo, coread, en eco, como lo hicimos el día 13:

Marielle, Presente (bis), Hoy y Siempre.

Pero no te olvides de Raif.

* Activista de Amnistía Internacional