Me permito sugerirles que para estas navidades se hagan un regalo y se lo hagan a su familia y amigos: visiten los cuadros que María José Ruiz expone en el patio principal de la Diputación. Es un paseo por la luz y la armonía. Por fin madura en nuestra Córdoba una nueva generación de artistas plásticos. Porque nuestra ciudad ya no es «lejana y sola», sino ajada y abandonada y marchita. Por fin unos artistas piensan en su público en vez de en su ombligo. A ver si florece la esperanza de que salgamos de una vez del dichoso arte intelectual, frío, elitista, distante. No todos hemos tenido la suerte de nacer y pertenecer a esos selectos afortunados que sólo ellos entienden de pintura, de música, de poesía, y por los que fuimos abandonados en el nefasto siglo XX, que con sus dos guerras mundiales y dos bombas atómicas nos ha hundido en una nueva edad oscura. El pueblo, harto de cuadros, arquitecturas, esculturas y textos muertos, tuvo que aliviar su necesidad de espíritu en quienes no eran los encargados de iluminar ese espíritu, y, claro, el pueblo dejó de ser pueblo y se convirtió en esa masa achabacanada, estéril, estúpida, «que desprecia cuanto ignora». Pero en esta exposición, artistas como María José Ruiz nos redimen y nos elevan de la mediocridad, y nos hacen personas, nos devuelven nuestra dignidad. Esas niñas de mirada limpia; esos cuerpos y esas telas de las que sale luz. Hasta las mismas sombras son luminosas. Esos hombres que, por fin, dejan entrever su femenino en sus ojos, sus manos, su entrega. Sólo me duele que los cuadros estén expuestos a la intemperie de los soportales de ese patio. Me imagino ateridos a sus personajes, en estas madrugadas de diciembre, frías, arremolinadas con nieblas, vientos y lluvias; o cuando el sol les da directo a media mañana, y nos emborrona la figura, y estropea sus colores, y nos roba el cuadro. Veo a esas niñas entre tules, tiritando; a esos obreros, buscando su camisa, sin poder reivindicar mejores condiciones laborales. No sé si se planeó la exposición ahí, para que fuese en un lugar donde pasa más gente, o sólo es otro nuevo ejemplo de la insensibilidad hacia el arte de nuestros organismos públicos. De verdad, me da pena imaginar qué será de estos cuadros en el paso de estos fríos.

* Escritor