El año 2018 se ha cerrado con una mejora de las cifras de empleo y ocupación en Córdoba, en concreto con el mejor dato desde hace una década, según la última Encuesta de Población Activa (EPA). La provincia ha seguido la tendencia andaluza y nacional, si bien con tasas de paro superiores al 21,36% de la media de Andalucía y al 14,45% de la española. Córdoba, a pesar de contar en diciembre pasado con 11.200 ocupados más y 18.400 parados menos que un año antes, mantiene uno de los desempleos más altos de España, del 22,47%, que recoge a las 81.600 personas que declaran estar sin trabajo en nuestra provincia. Como el problema del desempleo en Córdoba es estructural, y sus oscilaciones dependen de factores coyunturales (como las campañas agrícolas o los meses de más turismo, e incluso el comienzo del curso escolar) quedémonos, como factor positivo, con la evolución anual, que refleja una importante bajada, pues la tasa estaba hace un año por encima del 27%.

¿Qué ha cambiado en nuestra economía para ofrecer vientos favorables a la mejora del empleo? Pues probablemente muy poco y el movimiento del mercado laboral que refleja la EPA se base en la mejora del consumo y en las necesidades de los sectores de reforzar plantillas, haciendo miles de contratos de escasa cualificación y menor duración, que al menos dan un respiro a muchos desempleados.El hecho de que siga habiendo 28.400 hogares con todos sus componentes parados, apenas 200 menos que hace un año, habla de una situación estructural que requiere, además de mejores ofertas laborales, una acción social y formativa por parte de las instituciones para ayudar a tantas personas que parecen haber tirado la toalla.

Sin detenernos, pues ya lo hemos hecho en otras ocasiones, en los perniciosos efectos de la baja calidad del empleo y en las escasas iniciativas empresariales con fuerte inversión e industrialización, sí debemos señalar una vez más la necesidad de acciones que reactiven la economía y mantengan el crecimiento del empleo. Al menos, conseguir que la tendencia al alza, por débil que sea, no se quiebre. Pronto comprobaremos en la estadística los efectos de la subida del SMI (en el lado negativo, puede generar más economía sumergida o desincentivar la contratación; en el positivo, impulsaría el consumo y, con él, el empleo), y también veremos reflejadas las tensiones o incertidumbres de la etapa electoral abierta hasta mayo. Por lo pronto, sin Presupuestos del Estado no habrá un plan especial de empleo para Andalucía, y solo cabe esperar que los anunciados proyectos de empleo del nuevo Gobierno de la Junta de Andalucía no tengan que esperar a que pase la cita del 26-M --parece que las cuentas andaluzas no estarán antes-- para plasmarse.