El 9 de febrero de 2016 la totalidad de los grupos políticos que conforman la corporación municipal aprobaron la constitución de una comisión encargada de promover e impulsar la conmemoración del centenario del nacimiento de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez, Manolete. En el seno de dicha comisión se fue fraguando un vanguardista programa de actos que, a lo largo del presente año, ha permitido la celebración de decenas de conferencias, espectáculos musicales, numerosas exposiciones de variada naturaleza, publicaciones y proyecciones cinematográficas, que han trascendido nuestras fronteras municipales, y que permiten calificar el 2017 como el año de Manolete.

Lo efímero de todas las actividades programadas y la lógica superación temporal de la efeméride celebrada, se antojaba un obstáculo difícil de solventar para quienes buscábamos inmortalizar --y reproduzco literalmente las palabras que unánimemente suscribieron los concejales de nuestro Consistorio-- «el legado de tan insigne figura del toreo». Y así, con el ánimo de perpetuar a Manolete y su legado --e igualmente corregir una anomalía histórica-- por parte de la referida comisión se elevó al Pleno del Ayuntamiento el nombramiento de Manolete como Hijo Predilecto de esta ciudad. Debo expresar públicamente mi agradecimiento a mis compañeros en la comisión, a su comisario Fernando González Viñas, y a Leopoldo Tena, por el excelente trabajo realizado, y por el honor que me hicieron encomendándome la defensa de la moción, que, en cualquier caso, se antojaba sencilla, toda vez que se trataba de reconocer una evidencia de la que, por tanto, no se puede dudar, y que no es otra que Córdoba reconoce a Manolete como uno de sus hijos elegidos.

La tibia controversia auspiciada por dos grupos minoritarios en los días previos a la votación aconsejaba una prudente cautela respecto al resultado final, pero cualquier temor quedó disipado al escuchar el calado de los argumentos esgrimidos por quienes se opusieron al reconocimiento: «quizá a Manolete no le hubiera gustado el nombramiento porque nosotros no votamos a favor» (sic). En el dislate de dicha afirmación subyace la profunda carga ideológica propia de quienes, infructuosamente, han pretendido politizar y estigmatizar la figura de Manolete. Asumida su derrota, les invito a que se acerquen a su figura, y conozcan y reconozcan lo mucho y bueno que hizo por su ciudad y sus necesidades. Si a pesar de ello las ideas preconcebidas les impiden dejar atrás sus prejuicios, tan solo les recordaré lo vano de su intento, pues no han sido pocos los conatos por apropiarse de su figura, pero Manolete pertenece al pueblo, sin distinción alguna, porque en materia política, y parafraseando el título de una de sus biografías, Manolete solo fue un torero para olvidar una guerra.

Decir Manolete es decir Córdoba; es constatar en su egregia figura los valores que siempre han caracterizado a los ciudadanos de esta tierra. Manolete es el cordobés amable pero no sumiso; cortés pero alejado del servilismo; elegante sin afectación; discreto pero orgulloso de su historia. Y decir Córdoba es decir Manolete. Manolete fue más que un torero, pero nada menos que un torero. La personalidad de quien ha sido el torero más importante de la Historia es fruto del acervo cultural de esta ciudad, en el que destaca sobremanera la Tauromaquia, presente en sus acontecimientos relevantes desde hace más de quinientos años. Manolete es el heredero de aquellos juegos de toros que tuvieron lugar en el año 1492 en el patio de lo que posteriormente fue el Alcázar de los Reyes Cristianos; es el legatario de los espectáculos celebrados en la plaza de la Corredera desde el siglo XVI; de las celebraciones a las que durante los siglos XVII y XVIII asistían los cordobeses en la plaza de la Magdalena; de los festejos que siempre estuvieron presentes en las fechas más señaladas de la ciudad, como la proclamación del Arcángel San Rafael como custodio de la misma en el siglo XVII ; o las visitas de los Reyes de España en el siglo XVIII; o la aprobación de las Constituciones del siglo XIX. Manolete es el solícito conciudadano que, altruistamente, se juega su vida en el siglo XX para recaudar fondos y atender las numerosas necesidades de la sociedad cordobesa de posguerra; Manolete es el fundamento por el que la Tauromaquia, en el siglo XXI, es reconocida por el Ayuntamiento como patrimonio cultural inmaterial de la ciudad de Córdoba.

Manolete engrandece la historia del toreo, y con ella la historia de Córdoba, porque el toreo es historia de Córdoba. Y es historia de Córdoba porque los nombres de sus calles y barrios suenan a toreo; porque así lo quisieron Luís de Góngora, y Antonio Fernández Grilo, y Julio Romero de Torres; y Antonio Gala, y tantos otros cordobeses ilustres. Y es historia de Córdoba porque, un siglo después de su nacimiento, la mayestática figura de Manolete sigue presente durante un paseo por la plaza de la Lagunilla, o por la de Conde de Priego, o por la avenida de Cervantes. Manolete fue y es la inspiración de los más grandes escritores, poetas, pintores, escultores, músicos; es la gloriosa paradoja por la que, en una sociedad presidida por la fugacidad de los ciento cuarenta caracteres, Arturo Pérez-Reverte, o Antonio Lucas, o Mario Vargas Llosa, o Joaquín Sabina se valen de su ingenio para evocar con admiración la figura de quien fue, es y será la leyenda de una ciudad legendaria.

Manolete, hijo predilecto de Córdoba. ¡Gloria a Manolete!

* Miembro de la Comisión Organizadora del Centenario de Manolete