Malos tiempos corren. Muy malos, cuando, a una capitana valiente la pueden encarcelar por salvar de ahogarse a decenas de personas en el Mediterráneo.
Malos, cuando se maltrata y se encierra en cárceles inmundas a niños pequeños, solo porque sus padres buscaban una vida mejor para ellos; pagado por EEUU.
Malos, cuando los que debían salvarles, devuelven a millares de personas al lugar del que huyen y se los entregan a sus verdugos; pagado por la Unión europea.
Muy malos cuando esta UE paga a terceros países para que impidan el paso de miles de seres humanos indefensos, aterrorizados y maltratados.
Malos, cuando esos países ricos pelean por ver quién acoge a menos. Diez para mí, veinte para ti.
Esos países ricos que lo quieren todo de los países de estos pobres a los que desprecian: petróleo, oro, diamantes, coltán. La ropa que nos cosen a euro el día, la mano que recoge los tomates en El Ejido o la fresa en Huelva... Países a los que utilizamos como basureros de nuestros deshechos.
Lo queremos todo de ellos, pero a ellos no. Mejor dejarlos que se ahoguen en el mar.