La posición dominante del exministro británico Boris Johnson en la carrera por el liderazgo de los tories no es una buena noticia para el europeísmo. Partidario del brexit más duro -amenaza incluso con que Reino Unido salga de la Unión Europea sin acuerdo- superó ayer el 50% de los apoyos en la penúltima ronda, y a finales de julio se enfrentará al rival que ha quedado finalista, Jeremy Hunt, también partidario de un brexit duro, por el liderazgo el Partido Conservador y del gobierno. Si el próximo inquilino del número 10 de Downing Street es un motivo de preocupación para la UE, hay otros muchos. El liderazgo del proyecto europeo a cargo del presidente francés va decayendo, por los problemas internos de Macron en Francia. Angela Merkel no está en la posición de fuerza dentro de su país como en años anteriores, y su liderazgo va en retirada. Los movimientos eurófobos han avanzado en escaños dentro de los países y en su representación en el propio Parlamento Europeo, y la presión e injerencias del presidente de EEUU, Donald Trump, tanto con sus medidas proteccionistas como con sus mensajes alentando un brexit duro y anunciando una alianza comercial con Reino Unido tampoco auguran nada bueno. Todos estos factores deberían actuar como un toque de alarma y reagrupamiento de filas de los europeístas ahora que se están negociando los cargos de la Comisión Europea, BCE y resto de instituciones de la UE.