Si los alcaldes de las ciudades competidoras de Córdoba en turismo de congresos hubieran enviado a unos agentes con la misión de impedir que la ciudad tuviera un edificio público para la celebración de eventos, y si esos malvados sicarios hubieran tenido éxito, no lo podrían haber hecho mejor que la concatenación de dramáticas desdichas, ineptitudes, mala planificación, falta de consenso y desastres varios que se han conjurado para que Córdoba lleve casi dos décadas intentando sin éxito conseguir tal equipamiento. Ahora dice la constructora del centro de convenciones del Parque Joyero, llamada UCOP, que no puede seguir adelante y pide la rescisión del contrato. Eso, cuando el gobierno local de PSOE-IU, contrario al acuerdo del anterior del PP para adaptar el edificio, había decidido aumentar la dotación económica para que terminasen las obras. Pues no. Otro plazo que se incumple y, en lontananza, posiblemente, la petición de más dinero o los tribunales. Dice la alcaldesa, Isabel Ambrosio, que las peores pesadillas se han hecho realidad. Y tanto. Sea culpa o no del PP, se abre un nuevo frente en el Ayuntamiento, y seguimos sin centro de congresos, porque al de la Junta, que se vio paralizado también por un problema con la adjudicataria, le queda aún un año.