Muchos, políticamente no vamos a piñón fijo, de ahí la necesidad de las campañas electorales. Así que no me gustaría que se pensara que estoy haciendo campaña a nadie; siento una tremenda decepción hacia la oposición. La manipulación electoralista a la que hemos estados sometidos ha sido indigna. Si bien es cierto que el Gobierno debió evitar la celebración del 8-M, después de eso, todo ha sido una agónica adaptación a un escenario sanitario con múltiples errores derivados de las carencias previas e improvisación fruto de la urgencia ante la feroz mortalidad del virus. Porque aun siendo nuestra sanidad de las mejores del mundo, para esto, no estaba preparada del todo. Es entonces cuando algunos individuos de la oposición aprovechan la ola de muerte para incluso tachar al presidente de responsable directo cuando sabían que las competencias en Sanidad la tienen las Comunidades Autónomas. Y si determinados hospitales estaban peor preparados, precisamente no podía ser culpa de un gobierno que llevaba dos días gobernando. Pero es que para mí tampoco ha sido culpa de anteriores gobiernos porque no todo el dinero puede ir destinado a la Sanidad cuando el Estado social también tiene que mantener otras prestaciones. Todo esto lo sabe la oposición y en vez de realizar una declaración de apoyo, hace lo contrario y busca culpables de las muertes para ganar en las urnas. Penoso. ¡Ni siquiera en los países donde sus gobernantes apelaban a la inmunidad de rebaño para vencer al virus a costa de indefensos contagios generalizados, la oposición ha sido tan dura como la de España! Pero el éxtasis de la hipocresía lo estamos viendo ahora: durante la primera ola, los presidentes autonómicos achacaron al Gobierno que el estado de alarma fuese centralizado porque si ellos hubieran tenido el mando en sus territorios, lo hubieran hecho mejor. Después el Gobierno accedió a dicha reivindicación y en la segunda ola cada Comunidad tiene total competencia. Pues hoy, con más medidas de protección, más experiencia, mejores tratamientos etc, contagios y letalidad se han disparado. Pero claro, ahora la oposición central que gobierna en autonomías ya no se llama a sí misma asesina. Ahora, ya no somos los más incompetentes de Europa porque vemos que los supuestos «países perfectos» lloran más muertos que nosotros. Lo que en otros era incompetencia, ahora en ellos es lucha heroica contra en poderoso enemigo. Qué mala ética. Cuando pase todo esto, todo aquel politicucho que haya utilizado la desgracia del pueblo para sacar rendimiento electoral, debería ser expulsado de la política española para siempre.

* Abogado