De los ya dados hechos, en cuanto a la gobernación del Estado se refiere, resulta fácil constatar que el gabinete, y al frente de él su pusilánime y dubitativo presidente, y la adjunta suprema aunque sobrepasada vicepresidencia, se encuentra más que superado por las circunstancias de la mareante y estomagante crisis política, accionada por los secesionistas catalanes, por no habérsela sabido zanjar debidamente, ni mucho menos con agilidad y eficacia, yendo por tanto a la zaga de los movimientos y ocurrencias del huido de la justicia Sr. Puigdemont et alii, tan favorablemente apoyados en esa aventura por sus fieles cohortes personales y mediáticas con su insistente labor en pro de la causa que defienden. Una situación que a la sociedad pasa, día a día, la correspondiente y onerosísima factura, a la que se le añade, para mayor abundamiento, la resultante de los enjuiciados casos de corrupción, económicos y éticos, que al gobierno, y no sólo a él, les afectan, mermándole su ya depauperada credibilidad.

Y todo ello sin que --ni en Génova ni en Moncloa, ni entre los mandarines de sus taifas autonómicas--, se escuche, no ya sólido, sino el menor criterio discrepante, ni se oiga la más mínima voz de alarma, y sin que razonablemente se entienda cómo en un momento tan positivo de crecimiento y recuperación macroeconómica del país aumente la desigualdad social, y en lo que atañe a la productividad resulten desfavorables las consideraciones al respecto, habiéndose estancado las iniciativas políticas de las inevitables y necesarias reformas legislativas y estructurales de la economía, mientras permanece bloqueada la aprobación parlamentaria de los Presupuestos Generales del Estado (PGE).

Y cuando persisten las acciones desvariadas de los catalanes colocados entre los supremacistas y xenófobos, amenazando con nueva ronda de algarabías, tropelías y atropellos, y ahí están los CDR (comités de defensa de la república), fracasada en buena parte la aplicación del constitucional art. 155, a la par que el ejecutivo se oculta tras las togas judiciales, en vez de tener arrinconados y exánimes a los golpistas, humillándonos a todos.

* Doctor ingeniero agrónomo. Licenciado en Derecho