Después del vascos y vascas de Ibarreche (que en mi memoria guardo como el primer distorsionador del idioma), andaluces y andaluzas, compañeros y compañeras; después de la listas cremallera y la paridad; estamos viviendo el comparativo de género, quiero decir, toda la información se ha de medir comparativamente sacando la media entre hombres y mujeres. Pondré un ejemplo: el otro día, presentando la programación de un festival veraniego, a continuación de dar el cartel de grupos, se destacaba el número de personas que intervenían separando los hombres de las mujeres. Y esto no es una excepción, ocurre con todo, en un acto de graduación también sacaban a relucir la cantidad de chicos y chicas, los profesores frente a las profesoras...Hago este preámbulo para lo que ahora quiero contarles. Hace unos días, después de terminar los exámenes, mi hijo quedó con sus compañeros de curso para echar una noche de despedida. Como es de suponer, en la panda iban chicos y chicas, más de estas que de aquellos, pero entiendo que al decir compañeros de curso ya debe entenderse sin que tenga que concretar, como un sindicalista de libro, el «compañeros y compañeras». Después de la cena, como jóvenes que son, decidieron rematar la noche en una discoteca de moda. Llegados a la discoteca, donde había una gran cola para la entrada, según me contaron, las chicas fueran invitadas directamente a pasar a la pista y sin pagar, mientras sus compañeros se quedaban en la puerta a la espera de que les fueran autorizando los guardianes a comprar la entrada para poder entrar. Ninguna de ellas, y esto indignó, al menos, a mi hijo que me lo cuenta, planteó al cancerbero su derecho a la igualdad, ni exigió ser tratada como sus compañeros como feminista convencida y combativa: todas aceptaron la invitación y asumieron la discriminación que se estaba produciendo en su favor. Esto no es nada nuevo, cuando yo era joven y los domingos iba a la discoteca de mi pueblo las chicas pasaban gratis, como también entraban en todas las casetas de la feria. Lo que no puedo entender es que al día de hoy, con todo lo que llevamos andado y reivindicado, se sigan dando estas costumbres supuestamente machistas que utilizan a la mujer como reclamo, o es que puede tener otro nombre este comportamiento. Y ahora, qué le digo yo a mi hijo, ¿alguna feminista me puede dar una explicación coherente? ¿O le van a seguir acusando de ser un presunto machista cuando le ceda el paso a una compañera o ayude a llevar la maleta a su amiga cuando salgan de viaje? Mi respuesta fue: la educación y las formas lo primero, y responder a quien lo diga «machista lo serás tú».

* Periodista