Ayer se cumplía el 79 aniversario de la muerte del poeta andaluz por excelencia, Antonio Machado, el más joven representante de la Generación del 98. Según lo suelen afirmar los biógrafos, «se murió de pena». El miedo, la pobreza, las interminables esperas en la frontera, el frío, la nostalgia, la soledad, van a precipitar su prematura muerte. Lo había presentido en uno de sus versos-plegaria: «Señor, me cansa la vida y el universo me ahoga». Los recuerdos se agolpan, de nuevo, en cada aniversario. Mañana, Soria, la ciudad que le es tan fiel, celebrará un acto institucional en el salón rojo del Instituto Antonio Machado, y a continuación, delante de la escultura del poeta, en la plaza del Vergel, se llevará a cabo una ofrenda de flores, seguida de la lectura, en castellano y francés, del poema Ante la tumba de Machado, de Mariano Granados Aguirre, y de la interpretación del Canto de los Pájaros, que Paul Casals interpretó en los años 50 delante de la tumba del poeta en Collioure. El último verso de Machado, escrito poco antes de morir, fue este: «Estos días azules y este sol de la infancia». Pero los aniversarios no son solo para el recuerdo sino para la emoción, transida no solo de nostalgia sino de enseñanzas. Antonio Machado nos dejó una espléndida poesía religiosa, en forma de plegarias encendidas, como aquellos tres versos, invitándonos a la escucha de Dios: «No desdeñéis la palabra, / el mundo es ruidoso y mudo. / Poetas, solo Dios habla». Machado invita a sus colegas a cuidar cada palabra, para que podamos percibir lo que Dios quiere decirnos y transmitirnos. Antonio Machado, se vio envuelto muchas veces por una «esperanza luchadora», espina que no se sabe si quiera arrancarla o que siga clavada para siempre en su corazón: «... borracho, melancólico, / guitarrista, lunático, poeta, / y pobre hombre en sueños, / siempre buscando a Dios entre la niebla». Fue el titulo que se adjudicó, el de «buscador de Dios», presagiando la actitud más honesta para afrontar la «niebla espesa» de este mundo que tiene el encanto de la espera y el sabor de una «víspera de sueños» a realizar, quizá, misteriosamente.

* Sacerdote y periodista