Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro han dejado instalaciones desatendidas y saqueadas y una estela de irregularidades. Hay deudas con los proveedores y una crisis económica y de seguridad pública galopante. Además, la justicia acusa al gobernador, Pezao, de abuso de poder económico al haber concedido contratos millonarios a empresas que financiaron su campaña electoral.