La decisión del presidente de la Federación Española de Fútbol de destituir a Julen Lopetegui y nombrar a Fernando Hierro en puertas del Mundial no ha sido cómoda, y es ciertamente arriesgada, pero los hechos que la han motivado son suficiéntemente graves. Rubiales ha sido valiente: al margen de los resultados era el respeto a la Federación y a la selección española lo que estaba en juego.