La próxima convocatoria electoral marca el calendario en una ciudad que prepara la inauguración de su fiesta mayor, que durante 10 días servirá de marco y pretexto para el devenir social de la ciudad. El denominador común de ambas efemérides no es otro que encontrar las mejores formas de convivencia entre los ciudadanos. Ya sea desde la gestión eficaz y la integración de barrios, en el caso de las elecciones municipales; desde el proyecto colectivo supranacional en el caso de las elecciones europeas; ó desde el ocio compartido en el recinto del Arenal, en lo que se refiere a la Feria de Ntra. Señora de la Salud.

Las luces del alumbrado ferial que estrenamos, desvelan las cortas luces del debate local. Mucho se ha hablado estos días del poder municipal, de los avances y retrocesos de estos años en el ámbito local, de la calidad de los servicios y su coste, de la regulación o no de actividades turísticas o de transporte, del alumbrado público o la capacidad para atraer empresas e inversiones. Sin embargo, más pendientes del velador y la farola, está claro que no nos conducimos con las luces largas del momento histórico que vive Europa, y que esta campaña se ha visto injustamente solapada con las municipales. Nos miramos el ombligo en lugar de levantar la vista y mirar al mundo. El futuro en esta aldea global, está más del lado del Parlamento Europeo que tenemos que elegir, pese al poco caso que le estamos haciendo. Entre otras cosas, porque nuestros partidos han hecho de este un discurso menor, convirtiendo sus listas un cementerio de elefantes, un destierro honorífico en muchos casos.

Es, en ese escenario europeo, donde van a trabajar nuestros hijos, de donde nos van a llegar más turistas, donde se van a regular las ayudas del campo, o los cupos de pesca o la cuota láctea, o la protección de los consumidores, o los límites a los grandes monopolios. Todo ello, además, en un momento delicado para Europa, tanto por la grieta del brexit británico, por la inadecuada integración de los países del Este, por la mala gestión del fenómeno migratorio, por la lucha comercial con los gigantes asiáticos y con el proteccionismo norteamericano, porque somos el geriátrico del mundo o porque nuestro peso demográfico cada vez resulta más insignificante en el planeta, porque cada vez somos más irrelevantes en el registro de las patentes mundiales, por la deriva ultranacionalista y desintegradora que anida en su seno procurando fagocitarla, o por los retos inacabados de una política social o fiscal común. Por solo citar algunas inquietudes de tamaña magnitud de las que nadie habla estos días, y en las que nos jugamos el futuro.

Una pena esta campaña europea ayuna de debates y propuestas, de líderes atrevidos que nos saquen de nuestra irrelevancia en Europa. Y eso que somos uno de los países más sensibles y proeuropeos de esta champions de la élite mundial. No perdamos de vista que, además, viendo cómo se desarrolla la convivencia y la política en nuestro país, en Europa podemos encontrar la orientación correcta, el sentido común, la casa compartida que nos ayude a salir adelante. El pentagrama adecuado en el que escribir la sinfonía de nuestra historia.

* Abogado y mediador