Hoy estoy muy contento: me ha tocado mi lotería. Sí, ya sé que el sorteo es el 22 de diciembre. Pero yo os hablo de mi lotería particular. Cada mañana saco el billete cuando cierro la puerta de mi casa y salgo a la calle, es decir, a la selva, y me santiguo: «¡Dios mío, que vuelva sano y salvo!». Hoy se ha realizado el prodigio; no puedo decir lo mismo de tantos muchos días; hoy no ha tardado el autobús más de veinte minutos, y me ha caído en suerte un conductor caritativo, que nos ha llevado a una velocidad de personas y no de ganado, o como si fuese solo en su coche de carreras, derrapando, adelantando, frenando, acelerando; y no me ha atropellado un coche en un semáforo, o una moto, o una bicicleta, ni esos patines diabólicos que se están extendiendo como el aceite y estas navidades serán legión, porque aún no he conseguido andar por las paredes; y no he pisado una ésa de perro; y no me he topado con ese invento que para limpiar las calles va levantando toda la porquería; he llegado a tiempo de que no me embadurne la cara, la boca y los pulmones, aventando toda la basura que duerme por el suelo; ¿imaginan ese polvo?; pero no entro en detalles para no amargarles el polvorón, pues no sé a qué mente preclara se le ha ocurrido limpiar las calles levantado la porquería; y he estado en un par de tiendas y no me han tomado por tonto ni me han mirado con esa cara de asco de «a qué viene ahora este a molestarme»; y he hecho unas gestiones y el rostro de la ventanilla me ha sonreído y me ha explicado. Sí, hoy he tenido mucha mucha mucha suerte. Hoy no me ha tocado aguantar a ningún necio, aprovechado, cínico, caradura, cretino en una cola, en una acera, en un bar, en un comentario, escupiendo, gritando, empujando. Mañana volveré a santiguarme y encomendarme a todos los dioses y, sobre todo, a la Fortuna, porque la cosa está más chunga cada día, porque yo, para el conductor, para la limpieza de las calles, para el dueño del perro, para el dependiente, para el administrador de mis impuestos solo soy nada. ¿Hoja de reclamaciones? ¡Para qué! Perder una mañana en fabricar papel higiénico, si todo está muy bien reglamentado y yo soy nadie, quizás una mano que otra mañana cada cuatro años coge un papel y lo mete en un sobre que alguien cuelga en un retrete.

* Escritor