Leo estupefacto en la prensa laica y religiosa digital las palabras del Papa sobre la curia en un discurso dirigido a la Confederación de obispos sudamericanos: "En la Curia hay gente santa, pero también una corriente de corrupción. Se habla del 'lobby gay', y es verdad, está ahí". Y digo estupefacto porque ya no es un rumor, sino una afirmación hecha por el propio Papa de manera valiente y autocrítico con la curia, siendo un problema más de carácter sexual de los que tiene la Iglesia. Tras los abusos sexuales, llega el asunto de la homosexualidad, que no afecta a todos sino a una parte de la Iglesia "corrupta", como el propio Francisco señala. Todo esto confirma lo que ocurría en los congresos de gays y lesbianas en los que se habla de la Iglesia como enemiga para los reconocimientos que apelaban, y cuya estrategia se puede ver en la toma de posición, en los medios de comunicación, en la política y otras instituciones. Dos puntos habría que analizar sobre este hecho que nos dice el Papa: a) La Iglesia en el catecismo (2357-2359) no condena al homosexual, siempre que se atenga a los preceptos morales referidos a las relaciones homosexuales, fundamentados en la castidad. Es decir, no discrimina en razón de identidad sexual, y pueden ordenarse y ser ministros servidores del pueblo de Dios, como un heterosexual que también ha de tender a la castidad y el celibato. b) El problema surge cuando, de manera organizada, se constituyen en un grupo de poder o lobby , pues ideologizan su tendencia sexual y la ponen al servicio de copar puestos de alta responsabilidad, apoyándose mutuamente en aras de conseguir poder e influencias hasta llegar a la elección de obispos y cardenales en la curia y sirviendo de dique para los que tienen tendencia heterosexual. Imaginemos, si esto fuera así, las influencias en la teología, comportamientos, posturas ante temas como el celibato, la sexualidad, etcétera, si fuese planteada exclusivamente desde una perspectiva gay. Igualmente, ojalá que esta bifurcación no se extienda a los centros de formación para sacerdotes, los seminarios, debido a todo lo que conlleva y a las desavenencias que se pueden dar en la convivencia. Considero que el Papa Francisco está afrontando asuntos que eran tabú años atrás, algo que jamás se podría pensar que iba a ser reconocido por un pontífice. No obstante, no tiene más remedio que hacerlo si quiere que presentemos una Iglesia que, aunque reconocidamente pecadora, luche por ser más santa. El Papa no desea que exista lobby alguno de poder en el Vaticano, motivo por el cual también alerta a quienes se preocupan solo del dinero y su acumulación alegando que "Pedro no tenía cuenta corriente".