Podrían llamarme, también, «relación de elegibles», «sarta de candidatos», «pasarela de pretendientes al escaño» o «retahíla de incondicionales»; pero no, me tienen que llamar «lista» para que mi nombre se preste a múltiples interpretaciones.

Lista no es un nombre por el que enloquezca llamarme, más bien me incomoda poniéndome más nerviosa de lo que ya estoy. Todos desean entrar en mí, en mis primeros lugares, asegurándose la posición de salida; a veces con artimañas teñidas de dudosas lealtades; otras, con codazos antideportivos que hacen de mi segundo, tercer o cuarto puestos unos objetos de deseo que, por conseguirlos, se diseñan estrategias impronunciables. Y la verdad, yo así me siento disgustada y enojada; nada tranquila... Porque se empecinan en no respetar el método democrático para defender sus ideas que les conduzcan a aquellos puestos privilegiados. El caso es «estar en la lista» con garantías, lo demás importa bien poco.

Y no es que yo lo diga por capricho. No. Pero sí es verdad que me siento imprescindible, como instrumento jurídico, para amparar y mantener la legalidad en todas las elecciones, y, por tanto, en la consolidación del régimen de libertades que me puso en práctica. No es pedantería, es la pura realidad ¿o no?

Nunca obligué a nadie a formar parte de mí, ni en mí participó nadie contra su propia voluntad: todos entraron en mí gritando sobre la libertad que disfrutaban, aunque esta nunca fuese gratuita. Costó mucho que me utilizaran siglas de partidos políticos para ayudarme a mí, a la «lista», a evitar que formaciones políticas ilegales pudieran servirse de mí fraudulentamente... ¡Hay pruebas constatables de esos manejos!

¿Por qué me llaman «lista» electoral? ¿Creen ustedes que debo seguir llamándome así? ¿Con este mote? Miren, creo que ya va siendo hora de renovar el apelativo, que no nombre. Me gustaría denominarme de otro modo. «Relación Electoral», por ejemplo; es más serio y menos peyorativo porque estaré referida a la conexión y al trato comunicativo entre elector y elegible.

Siempre se ha dicho que de lista a «listilla» hay un exiguo trecho. «Ir de lista» supone, por definición, que «mis» propósitos y «mis» esperanzas saldrán, inequívocamente, fallidos. «Pasarme de lista» puede ser un arriesgado intento de mostrarme en alguna cuestión, que afecte a otros, más inteligente y más dispuesta y luego resultar que estoy errónea y desacertada. También podría equipararme y confundirme con la «lista de boda» que es una recopilación de obsequios para contrayentes matrimoniales; aunque yo, «lista», sí contraeré matrimonio con aquellos que han hecho «declaración pública» de su amor hacia mí y hacia las siglas en mí impresas. Es un contínuo «ver» de halagos, deleites y agrados, aunque la realidad, después de las elecciones y según los resultados, es que muchas de esas lisonjas pueden derivar en sangrantes puñaladas espalderas. Ya estoy acostumbrada a esas conductas perniciosas que, positivamente, pueden ser la sal y la pimienta de la dedocracia interna de los partidos políticos que conforman el panorama «elegible» español. No crean, tiene su gracia.

Y... ¿Qué me ocurre el día de las elecciones? ¡Una odisea! Me colocan en unos casilleros, faltos de confortabilidad, de cualquier manera, despectivamente... La comunicación conmigo solo supone mi introducción en un sobre, blanco o sepia, bajo la mirada desconfiada e insegura del elector, que mantiene un rictus tenso provocado por el desconocimiento, que él tiene, de los inquilinos que me habitan como «lista». ¡No conoce a nadie, salvo a los dos o tres primeros! Y yo, tan perpleja...

Tanto sufrir para este desconsiderado trato que culmina en un voto, por lo menos y al principio esperanzador; aunque, con el paso del tiempo, la esperanza se torne en incrédulo recelo, mosqueante y escéptico. Y vuelta a empezar: Aquí estoy yo, la «lista», para sacar las castañas del fuego a los correspondientes «listeros». Pero, ya le digo: lo de «lista» me sigue descontentando. Aunque tenga cierta connotación de orden y concierto. Yo, sola, poco puedo hacer...

* Gerente de empresa