Córdoba, una ciudad tranquila en la medida de lo razonable, donde la seguridad no es un motivo de preocupación excesiva, sí está acostumbrada al absurdo vandalismo de los gamberros que queman contenedores de basura y, en menos medida, vehículos estacionados, generando un perjuicio económico al Ayuntamiento y a los particulares que sufren estos actos. Pero lo ocurrido en el balcón de la calle Maese Luis, 22, donde han arrancado las bellas gitanillas cultivadas y cuidadas con esmero por su propietaria durante tres años supone cruzar una línea roja. ¿Atentar contra nuestros patios, rejas y balcones? ¿Contra lo más hermoso que tenemos? Ojalá la policía consiga encontrar a los culpables y conocer los motivos de este acto.