Como en aquella canción de La Frontera. Te esperaré en el límite del bien y del mal. No sé qué opinará usted, querido lector/a, pero llevamos demasiado tiempo en España viendo cómo las circunstancias que comienzan a perjudicarnos a los españoles y, por ende, a España, la política de la mano de los gobiernos de turno, llegan al extremo del bien con el mal, que no es otra cosa que los límites de la Ley y la Constitución. Dicho de otra forma. Los enemigos de la patria española, de la actual, de la que se circunscribe a la Constitución del 78, recorren el camino que les lleva del bien al mal sin tener demasiado obstáculo por parte del poder ejecutivo de turno. Verbigracia: aquí en España un grupo de frikis pueden salir a la palestra con una foto del Rey en ristre, darle la vuelta al modo de un anticristo y romperla delante de todos los españoles, y aquí no pasa nada. O ponerse a soltar improperios contra el Rey, de nuevo, en una manifestación, insultos a la Constitución, o consignas secesionistas, y tampoco pasa nada. O también pitar al himno español. Y ya no digamos de la banda de políticos secesionistas catalanes que llevan pasándose la Constitución española, sus leyes, y a todos los españoles por el arco del triunfo. Y aquí no pasa nada. Vamos, hasta los Mossos de d’Escuadra le prohíben el paso ni más ni menos que a la Guardia Civil, y aquí no pasa nada. El Gobierno no puede estar esperando en la puerta de su casa sentado a ver nuestro enemigo pasar, porque está demostrado que en el trayecto que nos lleva hasta el límite de la ley se producen muchos daños. Hay que curarse en salud. Aunque nuestra salud patriótica está muy deteriorada, precisamente por la laxitud de nuestros políticos. Estar esperando que el enemigo se estrelle contra la ley no es una estrategia positiva. Y teniendo en cuenta que nos jugamos la integridad que nos dimos con nuestros valores constitucionales, el poder judicial no puede cargar con la omisión del ejecutivo ni del legislativo.

* Mediador y coach