El pasado mes de noviembre se cumplió el primer aniversario del óbito del padre Carlos Romero, este dominico de San Agustín que estuvo al frente de las Hermandades del Trabajo, cuya labor esencial fue ayudar a los trabajadores a tener una vida más confortable con dignidad y fe en sus puestos de trabajo, y a su vez tener espacios de ocio y tiempo libre para ellos y el disfrute de sus familias.

La formación de los trabajadores es un pilar que la sociedad de aquella época se iba construyendo paulatinamente. Carmen Arroyo Molina, periodista e integrada en muchos proyectos sociales y amiga de buenas personas de nuestra ciudad, ha realizado con excelente dedicación un libro que detalla casi con precisión la dilatada vida dominical del padre Carlos y su obra social en las Hermandades del Trabajo. Aunque en estos últimos años, por la evolución que ha generado el paso de la vida política y social, esa luz fue eclipsándose lentamente hasta su fallecimiento.

El libro forma ya como parte esencial de la historia de Córdoba, indudablemente contiene un sinfín de trabajos que dieron mucha luz a nuestra ciudad, un recorrido de 60 años de una vida con entrega a muchos trabajadores y trabajadoras. En el Reino de Dios, deberá sentirse muy orgulloso de su vida y de su gran obra. Nuestro Ayuntamiento lo nombró hijo adoptivo de nuestra ciudad por su notable talento y dedicación a resaltar los valores humanos, la convivencia y ocio entre los trabajadores con sus familias de varias décadas atrás.

El libro está lleno de vivencias, de historia y testimonios narrados por él mismo, extraídas de personas que conocen muy bien la vida del padre Carlos, así lo escribe Carmen Arroyo. Las Hermandades del Trabajo fue su gran proyecto de vida, cuyo origen se materializó en Madrid por el Padre Abundio García, supo proyectarla con esencia allá por donde sembró las raíces cristianas al servicio de la ciudadanía trabajadora.

El libro bibliográfico de Carmen Arroyo ayuda a conocer más a una Córdoba que dejó el sindicato vertical y se embarcó en el progreso actual, con un sindicalismo arrollador e innovador. Los valores fundacionales, el ideario de las Hermandades nunca se perderán, aunque los entresijos de los altos índices de una sociedad avanzada con notables y exigentes índices productivos y mercantiles, en esta sociedad capitalista, en ocasiones, mengua la dignidad de las personas. El padre Carlos se definió como un «servidor de la iglesia», así le gustaría que se le recordase, que además ha vivido fiel a su pensamiento.

Nos sentiremos fortalecidos en su memoria al tener una calle en la ciudad con su nombre

Gracias Carmen Arroyo, por este libro bibliográfico que ya es parte de nosotros y de Córdoba, que narra la vida de un sacerdote dominico y de su gran proyecto a través de las Hermandades de los trabajadores de Córdoba. Mi más sincero agradecimiento al padre Carlos Romero, por esa vocación cristiana y siempre al servicio de los demás. Tuve el honor de conocerlo en varias ocasiones, y compartimos momentos entrañables con miembros de la hermandad. Motivado por la lectura de este libro, al cual recomiendo, me lleva a solicitar a la corporación municipal de nuestro Ayuntamiento que considere el nombramiento de una calle de nuestra ciudad, como fiel testimonio a la vida consagrada a los valores de la dignidad y convivencia, que recuerde la voz de Cristo hacia los trabajadores. Por todo esto, creo que nos sentiremos fortalecidos en su memoria, tener una nueva calle en nuestra ciudad con el nombre del «Padre Carlos Romero Bermúdez».

* Maestro de Pedagogía Terapéutica