Estos dos meses veraniegos en los que he faltado de estas páginas han sido atípicos, en lo colectivo y en lo individual. A la sombra del virus que nos acecha, no han faltado temas de los que ocuparse en un artículo de opinión. Ahí están algunas cuestiones políticas de trascendencia, entre las que, sin ánimo de exhaustividad, podemos citar los problemas del Gobierno para buscar apoyos en la aprobación de los presupuestos, y donde una vez más se pone de manifiesto la inmadurez de Podemos; la salida (que no huida) del rey emérito de España, un tema que merece ser tratado con detenimiento, pero que de entrada ha provocado la desaparición de todos cuantos hasta hace poco tiempo se definían como «juancarlistas», y por supuesto el eterno viaje del PP hacia el centro político con la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz parlamentaria. Y en cuanto al sobrevalorado mundo del deporte, hemos asistido a un final de Liga en el mes de julio con victoria del Madrid; una copa de Europa (me gusta más este término que el de Champions ) en la que ha habido una debacle del Barcelona, y de lo cual no me alegro, a pesar de mi madridismo, pues en el fútbol no soy «anti» ningún equipo, pues como decía Borges en una entrevista de 1981 con Vargas Llosa, «si uno quiere una cosa contra otra es que no la quiere realmente», y por supuesto un Tour de Francia que ocupará mis tardes de septiembre, y donde es de esperar que el comentarista de TVE esté más afortunado que en sus palabras del primer día acerca del riesgo que deben asumir los corredores en una etapa tan accidentada como la del sábado.

En la citada entrevista de Borges con el nobel peruano, afirmaba asimismo que «leer es una forma de vivir también», y no puedo estar más de acuerdo con ello. Vargas Llosa ha reunido diversos textos dedicados a Borges en un libro titulado Medio siglo con Borges , y ante ese título recordé que llevo casi ese mismo espacio de tiempo con él. Mi vida se ha construido con muchas lecturas, por supuesto de tema histórico, y en menor medida de literatura, en la cual ocupan un lugar especial las obras completas de Borges editadas por Emecé. Hace pocos días, en un artículo el filósofo Juan María Arnau atribuía a Borges la idea de que «los recuerdos no están en ningún sitio, pertenecen al tiempo», y recordé que mi vinculación con Borges nació en un verano de finales de los años 70, en agosto, en un cuartel de Alcalá de Henares, donde leí un volumen con obras escogidas que había editado Círculo de Lectores.

La otra noche volví sobre ese recuerdo, porque ahora no sé dónde se encuentra ese libro, pertenece a la categoría de los que se pierden a lo largo de tu vida, aun cuando sospeches dónde se pueda encontrar. Pensé entonces, dado que están de moda los rastreadores, en cómo se podría seguir la trayectoria de algunos ejemplares, y todo ello me vino a la mente porque me entretuve con la lectura de algunos pasajes de san Juan de la Cruz, en un volumen con sus Obras completas publicado en México en 1942 por la editorial Séneca, en una edición al cuidado de Emilio Prados. Compré aquel libro cuando preparaba la biografía del canónigo José Manuel Gallegos Rocafull, autor de la Introducción y de las notas. Lo adquirí en Estados Unidos, y hasta esa noche no me había percatado de que lleva el nombre de su anterior dueño, John Frederick Nims, y una fecha, July ‘57. Busqué datos del personaje. Se trata de un poeta estadounidense, fallecido en 1999, profesor universitario y autor de una amplia obra, entre la cual figura una traducción de poemas de san Juan de la Cruz. Y ahora, el ejemplar que quizás le sirviera para realizar ese trabajo, se encuentra entre los míos. ¿Cuántos libros recorren caminos insospechados? Borges nos ofrece una variedad amplia de respuestas a esa pregunta. H